José María Nieto Vigil

Sin Perdón

José María Nieto Vigil


Carrero Blanco (I)

20/12/2024

20 de diciembre de 1973. Finalizado el equinoccio de otoño y recién estrenado el solsticio de invierno, a las puertas de las navidades, se producía en España un execrable y repugnante magnicidio que cambiaría el devenir de los acontecimientos de la política nacional. El almirante y jefe del Gobierno de España, amigo íntimo y fiel camarada de Francisco Franco, Luis Carrero Blanco, después de haber oído la santa misa en la iglesia de San Francisco de Borja, era brutalmente asesinado por el comando terrorista de ETA Txikia, integrado por los sanguinarios Kiskur, Atxulo y Argala, autor material del bestial atentado. Como es bien sabido por nuestros lectores, yo residía y estudiaba en Madrid, concretamente en el desaparecido Colegio Velazquez, sito en la calle Serrano 158, junto a las embajadas de Francia, Japón. Polonia, Marruecos, Mónaco o de la extinta DDR República Democrática de Alemania, entre otras sedes diplomáticas afincadas en esta exclusiva zona madrileña. Es por esta razón por la que, con cierta frecuencia veíamos pasar el Dodge 3700 GT negro impoluto, de 1.800 kilos de peso, del hombre más influyente del régimen por aquel entonces. Un genial marino santoñés de apenas 69 años de edad y que, según todos los observadores políticos, como delfín de Franco, sería él quien asumiera los destinos de nuestra Patria –con mayúscula- una vez desaparecido el Caudillo. Recuerdo haberle visto decenas de veces, algunas en la iglesia, que distaba apenas a un kilómetro de distancia mi colegio. Estábamos en clase y temprano, apenas comenzada la jornada, escuchamos un formidable estruendo, tras el cual todo se quedó en silencio y estupefactos no alcanzábamos a entender que estaba ocurriendo. Súbitamente, no sabría calcular el tiempo en aquellos inciertos momentos trágicos, se suspendieron las clases y se impuso un hermetismo y un mutismo frío y desolador. Nadie daba explicaciones de lo ocurrido, pero debía ser muy grave, pensábamos nosotros bastante atemorizados por el ambiente que se respiraba, solamente quebrado por las centelleantes sirenas que por doquier sonaban. Las vacaciones de Navidad habían comenzado precipitadamente. (Seguiremos).