Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Cambio climático. Ni pájaros

15/08/2024

Hace apenas un mes grabé -con mi móvil- el canto de un pajarillo que, siempre al atardecer, venía a pasar un par de horas en alguno de los árboles de mi parcela; cambiaba de lugar y, en ocasiones, prácticamente lo tenía encima de un árbol alto y frondoso: un tilo. Me quedaba quieta oyendo cómo elevaba su canto y allá a lo lejos otro amigo le respondía…Grabé varias veces. Conservo esas grabaciones como un tesoro porque siempre que quiero sentirme en paz, las oigo. Sin embargo, durante los días que han transcurrido de agosto, no ha vuelto. No conozco su color, su tamaño, ni la clase de pájaro que es. Nada importa si su regalo era hermoso e inolvidable y he podido recogerlo en un vídeo donde su voz de barítono suena inimitable. 
Hay, también, otros sonidos que no son de mi preferencia: el torpe y repetitivo de las palomas que dicen son turcas. Comparo, y siento la belleza de aquel canto que me llegaba gratuitamente cada tarde con el único que escucho y que, obligadamente, soporto. En setiembre, las golondrinas irán ocupando plaza en el tendido eléctrico donde se reúnen para emprender un largo vuelo en el que muchas perderán la vida. Los pájaros emigran como los desposeídos de la tierra que buscan fuera de su país una oportunidad de vivir -honradamente- de su trabajo y, también, gran parte pierden la vida en el empeño. El cambio climático desertiza países que pasan a ser inhóspitos. 
Pero me duele mucho más esa otra clase de pájaros de mal agüero que aparecen y desaparecen, alzan su voz, nos reprenden, se piensan dueños del destino, se esconden y se fugan, riéndose ante nuestras narices. Logran que los dineros públicos se malgasten en mantener su capricho personal. No me gustan. 

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