Les juro que lo que les voy a contar ha sucedido. Y digo sucedido y no ocurrido porque, sí, se trata más de un suceso que de una ocurrencia, aunque de ocurrencia tampoco anden carentes el asunto y el «asuntado», ambos bajo mi tutela profesional. ¿Cómo es posible que una camarera, sabiéndolo, sirva una ronda de tres cubatas cada uno en un modelo de copa diferente (habiendo de cada modelo al menos tres unidades para servir esa ronda) y de vidrio chusquero (mal por nuestra parte por contar en las baldas con unidades sueltas de esos modelos «añejovintages» que en un momento del siglo pasado tuvieron su momento de gloria y que uno no sabe por qué da tanta pena eliminar sin miramiento alguno), pero, además, y que es el peor de los fangos dentro de este barrizal, no sin ni siquiera intentar buscar las copas adecuadas… ¡peor! Contestando a la pregunta de si no había unidades «de las buenas de cristal» para ese servicio, que son las de tal menester y se compraron para ello, «no debe de haber»? Y sí que había. Estamos ante uno de esos casos en los que el lenguaje es testigo silenciosamente intrínseco y delata la actitud de la persona, trabajadora en este caso, en cuestión. Porque, vamos a hablar claro, la diferencia entre «no quedan» y «no deben de quedar» es que, ni más ni menos, no te ha salido de tus cojones toreros ir al armario que tienes exactamente a cinco metros a mirar si hay copas «de las buenas», a sacarlas y a utilizarlas como es debido porque es tu obligación y porque te tendría que ir en ese orgullo personal que parece que te la suda literalmente. Perdónenme el lenguaje soez, pero es que se me salían los zapatos atados viendo la escena y no queriendo corregir a la compañera delante de los clientes cuando ya había comenzado a atizar la ginebra. Cierto es que los clientes eran de confianza, y explicado el caso, porque tampoco daban crédito, y la bisoñez (falsa, porque lo sabe y lo resabe) de la persona, la cosa quedó ahí. Me pareció mejor eso que decirles que no les había puesto los combinados en una «copa bien» porque no le había salido de ahí ir a mirar al armario. El caso es que la chica está muy contenta con sus condiciones de trabajo. Aquí no hablamos de vidrio, que también.