Dícese de las tierras onduladas o montuosas dominadas por cerros. Esa es la definición que nos ofrecen distintos portales al preguntar sobre el nombre de Cerrato. Porque he vuelto a recorrer sus pueblos en compañía de dos buenos amigos: Alfonso Santamaría, que lo describe en profundidad, correcaminos sempiterno de todos los recovecos, atento a todos los avances que ha experimentado esta comarca, conocedor de sus rollos y puentes, de museos y lagares; de puertos que ha subido y mil detalles que a un viajero ocasional se le hubieran pasado. No es un guía al uso. Alfonso husmea por todos los rincones, se mete en todas las cocinas; abre la puerta de los bodegueros, que le conocen de su afición ciclista y le invitan a probar la última cosecha, que es particular, en algunos casos extraordinaria. Quienes le conocemos un poco no nos acostumbramos a esa incursión en cada pueblo, que es un ataque a la intimidad en muchos casos, pero que resuelve de un plumazo con una risotada, atrevimiento propio de quien conoce en profundidad a los pueblos y a las gentes que los habitan y los cuidan. Quien prepara los campos para recrearse luego es José Luis Onecha, pintor de Dueñas. Nos detenemos en Valle de Cerrato, donde el artista pinta con sus ojos y traslada a su imaginación alguno de sus futuros cuadros. El colofón lo escribe Palenzuela que, con una población en torno a los 200 habitantes, se origina con la acepción Pallantia comitis o Palencia del Conde para diferenciarlo del nombre de nuestra capital. Lo comentaba con Onecha y estábamos de acuerdo en que los ayuntamientos deben poner más interés y evitar construcciones que rompen la estética, sobre todo en este lugar donde todavía se conservan edificios de gran interés artístico. No es la montaña, pero uno se pierde camino de Baltanás, en la profundidad de esos páramos donde apenas se aprecia movimiento humano y donde restos de construcciones y algunos cantizales recuerdan las actividades de otras épocas. En Vertavillo, que tuvo su muralla, un vecino corre para entregarnos propaganda. Sorprende la excelente presentación del rollo jurisdiccional, erigido en 1537 en estilo renacentista, y emplazado en el balcón del cerro sobre el arroyo de los Madrazos. El Cerrato es un viaje muy recomendable, cuyo encanto te atrapa y te invita a seguir investigando.