Para encontrarte con la historia de los lugares, nada mejor que el encuentro con quienes decidieron vivir allí, en un marco incomparable para el silencio más profundo. Ese marco que nos hace recapacitar, y que nos permite el acercamiento a tantos paisanos desde el sosiego. Saber lo que piensan del progreso que les prometieron que, por otra parte, nos ha traído la desaparición de tantas costumbres. Y en eso voy meditando cuando me dirijo al encuentro de Elena García, que estudió en Aguilar y se diplomó en Trabajo Social en Valladolid.
A primeros del pasado siglo, han pasado ya más de cien años, los abuelos de Elena abrieron la fonda Goyetes en Cervera de Pisuerga, tal vez una de las primeras familias que compatibilizaban el turismo rural con la ganadería. Eso me contaba su nieta, que apostó por una renovación de la vivienda conservando su estilo tradicional y rústico.
Antes las familias eran más numerosas y había que compatibilizar con todo para llegar a fin de mes. Esta acepción de turismo, siendo muy optimistas, se repite con la tercera generación, y parece que los tiempos van cambiando los hábitos y el turismo rural llega de verdad, de manera que podamos competir y dedicarle todo nuestro tiempo. Goyetes es uno de los más antiguos alojamientos de Cervera de Pisuerga, camino de la iglesia de Nuestra Señora del Castillo. «Una parte del edificio está destinado a la vivienda particular de los propietarios y el resto se destina a alojamiento turístico».
Mantenemos la entrevista en el salón-comedor, un día de finales de agosto a últimos del pasado siglo en el que apetece ya la lumbre, con un café de puchero y unos hojaldres de Cervera. «Todo se puede solucionar si la gente se quedase aquí a vivir de una manera continuada y con proyectos de futuro». «El turismo rural en Castilla y León es una historia muy reciente y necesita mucha más promoción para afianzarse». Cuando le insisto en el panorama que se cierne sobre tantos pequeños pueblos, fijándome en Lores y Polentinos donde tanta gente conocí y donde hoy apenas quedan doce vecinos, ella insiste en su teoría de repoblar. «Nos vendría bien ser muchos más de los que somos, para mejorar nuestro hábitat, para implicar más a los políticos, para depositar más votos en la balanza...».