Para los de tierra adentro el mundo del mar y los barcos queda un poco lejos pero no tanto cuando forman parte de la actualidad cotidiana. Y eso es lo que está ocurriendo ahora, que ya no parecen tan lejanos gracias a unas circunstancias inimaginables que se escapan a la influencia del control humano. O a la de unos pocos humanos entre los cuales podrían ser incluidos en estos momentos el capitán del barco que perdió unos contenedores cerca de las costas gallegas y los capitanes de los mercantes y buques de guerra que transitan por el mar Rojo sorteando misiles como si fueran peatones caminando un día de lluvia junto al bordillo mientras pasan los vehículos a toda pastilla. Por ahora parece que tienen más suerte los barcos frente a los misiles que los peatones ante las salpicaduras. Pero el azar es cambiante. Quienes no tienen suerte son los ciudadanos. Basta con fijarse en los vecinos de Galicia, región cuya costa parece que fue diseñada y construida en un martes y 13 a juzgar por los infortunios a los que se ve sometida de vez en cuando. No hace mucho fue invadida por millones y millones de hilillos de plastilina –así se dijo- y ahora ha sido tomada al asalto por millones y millones de bolitas de plástico cuya recogida a mano es una tarea ímproba. Por cierto, a ver qué nombre les damos. También se podría fijar la vista en ciertas zonas de los países próximos al mar Rojo donde en vez de bolitas pueden apreciarse unos enormes agujeros producidos, como en Ucrania, por la artillería de unos y otros. De lo que se habla poco es del precio a pagar en casos como estos. El de Galicia se conoce en cierta medida y es todavía insultante. La factura del conflicto en Oriente Medio, sin embargo, no ha empezado a elaborarse. De momento Maersk, la mayor naviera del planeta, de titularidad danesa y con una flota de seiscientos barcos, parece que empieza a pensar que le compensa dar un pequeño rodeo para evitar esa zona. Y otras compañías opinan lo mismo. En definitiva, aquel tópico español atribuido a Méndez Núñez según el cual era preferible honra sin barcos que barcos sin honra lo están rediseñando ahí fuera… ahora importan los barcos y la cuenta de resultados. A nosotros nos dejan la honra. Y la factura, claro.