Y sus gentes. Las del ayer apenas recordado por el desmemoriado presente, las del hoy, casi abandonadas y olvidadas a su suerte y, por descontado, las que con profundo deseo ansío que puedan volver a deambular, corretear y circular por sus calles. Todo es posible y quizá se pueda cambiar la impenitente inercia que hoy se manifiesta hacia la imposición de un desierto y un invierno demográfico.
No es justo, más al contrario, es extremadamente indebido, ilícito e improcedente ceñir y encorsetar de manera inaceptable y arbitraria al mundo rural condenándolo en su vertiente material a su existencia pétrea, material. Nuestros pueblos no son sólo casas cerradas, puertas desvencijadas de bisagras chirriantes, persianas echadas a cal y canto, frontones que imponen el silencio con su inerte presencia, escuelas abandonadas hace décadas y, si hay suerte, reconvertidas en lugares de ocio recogido y tímido, corrales con cancelas acerrojadas in saecula saeculorum, lo mismo que sus iglesias y capillas levantadas con decidida vocación de eternidad. No queridos lectores, nuestros pueblos son mucho más. Atesoran un patrimonio inmaterial difícil de ver, pero imposible de no tener presente.
Junto a lo material, lo pétreo, lo marmóreo, lo ferruginoso, o terrizo y arcilloso, hay una cultura y unas tradiciones que han configurado las señas de identidad y el particular carácter de sus moradores, cincelada y moldeada pese al paso de los años y el daño de la cruel, despiadado, atroz y violenta erosión de los elementos materiales, provocada por las evidentes causas naturales, también por mor de la desaforrada actividad humana. Es esta vertiente humana la que también estamos obligados a preservar del negro crespón que nos cubre haciendo frente al silencio triunfante, casi incontestable, pero al que nos podemos oponer con determinación y arrojo.
Proteger jurídicamente nuestro patrimonio material e inmaterial es un reto conjunto, común y colectivo que nos involucra a todos, administraciones y ciudadanos. No caben excusas demográficas ni financieras, solo actuaciones e iniciativas que preserven la inmensa riqueza atesorada a lo largo de centurias y que nos ha dado nuestra razón de ser. Seguiremos hablando de todo ello.