Este frío otoño que tanta lluvia nos está regalando para beneficio de nuestros campos y embalses pareció también regalar unos rayos de sol, apartando momentáneamente los nubarrones portadores de agua, a la Princesa Leonor para que el día de su mayoría de edad luciera con todo su esplendor. Parecía uno de esos días festivos que Madrid sabe celebrar con señorío y que inunda sus calles de multitudes deseosas de disfrutar de la alegría colectiva. Era el cumpleaños de una joven llamada a ser, nada menos que Reina de España. Recientemente hemos visto en televisión los impresionantes fastos con que Londres celebró la coronación del Rey Carlos III con un extremado alarde ceremonial con que trataba de mostrar al mundo que el Imperio conserva su poderío. Estos espectáculos gustan a los ciudadanos y más ahora que, gracias a los medios audiovisuales, están al alcance de todos los que deseen apreciarlos. En España las celebraciones de esa índole no suelen ser tan ostentosas, como vimos en la ocasión del juramento de Doña Leonor de cumplir la Constitución española, sino que un acto tan importante para nuestra nación, se realizó con la brillantez y contención requeridas. La familia real exhibió la preparación y elegancia que le son propias añadiendo solemnidad al acto, subrayado con casi cinco minutos de aplausos por parte de los invitados. Los socios del gobierno intentaron, sin conseguirlo, boicotear la celebración, haciendo alarde de su indigencia en educación y delicadeza, valores que les son ajenos. Pronto veremos en el mismo salón del Congreso de los Diputados, la investidura del señor Sánchez como Presidente de un Gobierno cuya ideología está en abierta oposición a lo que la Corona representa: la unidad de España y el cumplimiento de la Constitución como garantía de esa unidad. Con la intención de deslucir el acto institucional de la Princesa, se dio a conocer, la víspera del mismo, la fotografía de la infamia, tomada en Bruselas y presidida por un forajido, con la intención de humillar a España y trasladar a la opinión pública quiénes son los verdaderos reyezuelos y los que deciden el futuro de todos los españoles. Es lo que nos espera.