Desde esta humilde columna quiero sumarme a la petición registrada en todos los ayuntamientos de la provincia de Palencia, a instancia de la Asociación de Vecinos de Buenavista de Valdavia, para que se otorgue, con todo merecimiento por virtud y justicia, la Medalla de Oro de Palencia a Rosana Largo Rodríguez.
Ya se ha pronunciado en pleno extraordinario de manera favorable el Consistorio de Cervatos de la Cueza, cuya alcaldesa, Inmaculada Malanda, no ha escatimado palabras de elogio y reconocimiento hacia la polivalente y poliédrica artista de raíces paredeñas. Es mi personal deseo, compartido por muchos palentinos, que la iniciativa sea secundada y promovida por otras muchas instituciones locales.
Más allá de cuestiones políticas, totalmente ajenas a toda valía e interés artístico, provocando su injusta desestimación, el merecimiento del galardón es una distinción en el mérito a la fuerza de los hechos probados. Pocos como Rosana Largo han distinguido, no ya a Paredes de Nava, sino a Palencia en su febril y frenética actividad creativa. Nadie como ella -perdónenme aquellos que se vean incomodados por mi aseveración- ha llevado por allende los mares y nuestras fronteras el nombre de estas tierras. Nueva York, París, Londres, Venecia o Madrid, grandes mecas de la actividad creativa artística a lo largo de los tiempos, han sido escenarios de su excelente trabajo y genialidad inventiva.
Ingenio, imaginación, talento, destreza, gracia, habilidad, agudeza, perspicacia, inteligencia, sutileza, por su cualidad y cantidad, son algunas de las características que atesora Rosana Largo, puestas todas ellas al servicio de su vocación artística y científica. Buena muestra de ello es el Museo de los Cuentos y la Ciencia, ubicado en la antigua iglesia de San Martín de Paredes de Nava, un lujo al alcance de todos.
Así pues, mi alegato personal, es una llamada de atención para que, tanto las instituciones como la ciudadanía, tomemos consciencia de que tenemos entre nosotros a una magnífica embajadora de Palencia a la que debemos saber reconocer sus esfuerzos. Es una cuestión de justicia.