La tradicional colación fue el broche de oro de las cofradías palentinas a una Semana Santa protagonizada por las precipitaciones y las cancelaciones de procesiones. El ambiente en las sedes de las entidades, como es habitual, fue distendido y los hermanos, muchos de ellos sin túnica ni capillo, charlaron mientras disfrutaban del último trago de limonada acompañada por un panecillo de anís y unas almendras garrapiñadas. Pero las lluvias, que causaron grandes decepciones a lo largo de los últimos días, todavía estaban presentes, incluso en el interior de los locales que acogieron más actos religiosos de los previstos.
«Nuestra limonada lleva vino, azúcar, limón y, este año, mucha más agua de lo normal», bromeaba con cierta tristeza el bodeguero de la cofradía de Jesús Nazareno, Luis Ángel Nieto, mientras preparaba el reparto de la colación para que estuviera listo al término de la misa de Resurrección que se celebró en la capilla nazarena. En esta ocasión, detalla que elaboró unos 1.800 litros de la bebida típica de la Semana Santa, que se bebieron durante la mañana de ayer y después de las procesiones. Por otro lado, calcula que se repartieron en su entidad durante la Pasión unos 2.000 panecillos de anís (algunos se cortaron en porciones y otros se vendieron enteros) y unas 1.800 bolsitas de almendras garrapiñadas.
Dicen que la composición de la Coca-Cola es secreta y que la conoce un reducidísimo número de personas, aunque la de algunas limonadas no se queda muy lejos en lo que a hermetismo se refiere. «No nos dicen la receta ni a nosotros.Es secretísima», comentan Ricardo Fernández y César Herrero, de la cofradía del Santo Sepulcro. La lista de los ingredientes no la conocen, pero, visto lo visto, debe de estar buena. Les quedaban muy pocos litros para beber en la comida de hermandad con la que ponen punto final a la Pasión. «Es una tradición nuestra reunirnos el Domingo de Resurrección a comer cordero», explican. Además, los cofrades que quisieron pudieron comer las almendras garrapiñadas y el pan de anís.
Por su parte, Pedro Martínez, el encargado de preparar la limonada de la cofradía de la Vera Cruz desde 2012, explica que cada bodeguero tiene su fórmula y que él utilizó en su elaboración vino tinto -«porque para que sea buena tiene que ser vino tinto», apunta-, agua de limón y azúcar. Además, al igual que los anteriores, la preparó en los días previos a la Semana Santa para que macerara adecuadamente y tuviera un sabor agradable. «Yo la hice ocho días antes», añade Martínez, quien también se encargó de repartir el chocolate con bizcochos a los cofrades más jóvenes después de que finalizara la bendición solemne y la misa de comunión general que tuvo lugar en la iglesia de San Pablo.
La limonada se sirve en varios recipientes. Por un lado, en vasos, que se consumieron en el local de la cofradía, pero también en botellas, que se vendieron a los hermanos que aparecen en el listado oficial junto a los panecillos y las almendras garrapiñadas. Quien no sea cofrade y quiera probarla puede preguntar por una receta, aunque será más fácil acudir a internet y consultar una de las muchas que aparecen enGoogle. Eso sí, seguro que el resultado no es el mismo.