Y en nuestro trocito calderadas. No sabemos si vamos o venimos. Una gran parte se sabe relegada. El momento es preocupante. El invento que hicieron al crear las CCAA está resultando vejatorio para la mayoría al recaer, todos los beneficios sobre las más ricas e inconformistas. Hoy, algunos partidos defienden más sus personalismos que a la población en igualdad. Más de 500 años nos contemplan y la Constitución Española está tan perdida como Roald Amundsen. El Congreso se vacía de sus funciones más elementales. Hoy es un cuadrilátero para despellejarse. Los PGE ya no se presentan allí, pero sí que sirve para decretar lo que salve las tropelías  de unos cuantos con el agravante, de que eso no da de comer a la gente. ¿Qué puede  importar  al ciudadano sin techo, a quienes ven que la Sanidad empeora en todo el territorio como el deterioro de otros servicios públicos lo que allí se representa? Sus señorías para sus sorprendentes «travesuras» deberían dejar que la Justicia actuara libre como el cuco, sin que Puigdemont desde su lujosa guarida y socios gubernamentales pasen su pertinaz rodillo. ¿Para qué sirven las Cámaras Legislativas si un solo hombre desde la puerta de su Palacio decide por 266 senadores y  350 diputados? Esto no tiene sentido de Estado.  ¿Cuántos pasos ha dado atrás el Gobierno con los socios separatistas? (…) ¿Cuándo contesta en serio el presidente del Gobierno en el hemiciclo si por casualidad aparece o en escogidas ruedas de prensa sin que se permita salir por los Cerros de Úbeda? ¿Y qué decir de la Nogueras de Junts el respingo que dio al ver la bandera de España donde ella iba a entrar? ¿Puede alguien concentrar más odio? La xenofobia a todo lo español es tan patente que horroriza. «Sánchez facilita la entrada de Junts en entes y empresas del Estado», «Illa aprueba una rebaja en lo fiscal al tiempo que pide dinero al Estado». Las pruebas sobran. Ni los más altos tribunales de Justicia «pueden» hacer nada. Inaudito. Sin negar que haya gente cabal esto lleva camino de ser un pueblo silenciado. Lo malo de este asunto es que la ideología, siempre estará dispuesta a ceder aunque no se la pida parecer.