Mikel Garciandía

Carta del obispo

Mikel Garciandía

La Carta del obispo de Palencia


Palencia misionera

30/03/2025

Queridos lectores, paz y bien. De entre las dimensiones de la Iglesia católica, es la de los misioneros una de las pocas que tienen una buena prensa en la sociedad. Los misioneros y Cáritas son los exiguos buques insignia de la credibilidad y relevancia de la Iglesia católica en Palencia y en casi todas las diócesis de España. Este es un tema que aborda el plan de comunicación de nuestra diócesis, ya que son múltiples las áreas en las que la fe incide en la mejora de la sociedad, pero que los cristianos somos torpes a la hora de mostrarlas a la sociedad civil y simplemente no se conocen. Hoy quisiera reflejar algunas impresiones que se me han quedado grabadas tras la visita pastoral a sacerdotes misioneros que Daniel Trigueros, delegado diocesano para las misiones, y yo hemos realizado entre el 10 y el 25 de marzo a Perú y Bolivia. Quiero destacar al comienzo la enorme precariedad en la que viven nuestros misioneros, ya que cuando llegan a América, se ponen a disposición de la Iglesia local, y allá el obispo les envía a los lugares más difíciles y complicados de cubrir por parte del clero local. Y todos estos años han contado con la colaboración de nuestra diócesis y de cantidad de personas creyentes no creyentes, así como de nuestras instituciones.
Domingo García Hospital, 37 años en Paita, costa peruana. El pasado verano, ante mi pregunta a Domingo sobre qué necesitaba de la diócesis, fue él quien me pidió que los visitáramos. Destaco de su misión la enorme sabiduría y discernimiento con las que entrelaza la pastoral social con la evangelizadora. Son las suyas comunidades formadas por familias que abandonan la zona amazónica y la sierra para buscar una vida mejor en la costa y que comienzan su asentamiento en el territorio sin ningún recurso. Con ellos Domingo tiene la capacidad de ir fundando capillas que impulsan la vida de fe y abordan las necesidades más urgentes: ollas populares comunes en la época del covid, atención a mujeres violentadas, ludotecas para los niños...Todo ello en una población de 70.000 personas a las que se atiende mediante mujeres encargadas de la atención religiosa, educacional, social y sanitaria.
Destaco los colegios parroquiales y una perfecta definición que una religiosa mejicana nos dio de la importancia de la educación: "la educación es el tatuaje del alma". En un ambiente social muy duro, la esperanza opera milagros en aquellas comunidades. Un reto de la parroquia consiste en transferir a la municipalidad el trabajo que propiamente compete a las administraciones públicas para, así, poder dedicar tiempo a la misión evangelizadora.
Ángel Benito García, 25 años en Iquitos, Amazonía peruana. También Ángel recibió del Vicariato Apostólico la tarea de atender a las comunidades de Iquitos, que crecen en la capital de la Amazonía peruana, a partir de familias que llegan desde las riberas de los ríos amazónicos en busca de una vida más digna, con acceso a sanidad, educación y trabajo. La situación social de ambos lugares es una bomba, por la precariedad del estado, las presencia aquí de mafias colombianas y venezolanas que controlan el tráfico de drogas, y la minería ilegal de oro que contamina con mercurio y cianuro los ríos.
Este es el precario contexto en que Ángel atiende su parroquia de la Virgen de Fátima, con sus tres capillas en la zona inundada por el río: Santa Rosa de Lima, Señor de los Milagros, y Niño Dios. Destaco su labor como animador del equipo vicarial de animación pastoral (EVAP). Los 80 agentes que dinamizan la pastoral diocesana, planifican el curso en un retiro  de lunes a viernes  en enero. Y las parroquias hacen su programación pastoral a partir de la diocesana. Fue muy rica la reunión que mantuvimos con el consejo.
Nos confesaron que ya están sufriendo el mismo impacto secularizador que percibimos de modo más agudo en Europa. Les preocupa el reto de cómo hacer a los jóvenes protagonistas de la vida de la Iglesia. Y como muestra de que se trata de cristianos verdaderamente proféticos, dos mujeres de ese consejo confesaron cómo sus propias vidas estaban amenazadas: en un caso, por enfrentarse a la violencia contra las mujeres en la universidad, y en el otro, por hacer frente a los terratenientes que querían despojar de sus tierras a la gente pobre de su comunidad. La catequista amenazada por las mafias, simplemente afirmaba: «somos cristianas y no podemos no hacer lo que Dios nos pide». Nuestros misioneros palentinos están siendo muy fecundos.