Meses antes de viajar al Cerrato, leí en una prestigiosa revista que su conjunto de bodegas se extiende como un barrio más, con sus calles, sus fachadas y unas chimeneas que debieron inspirar a Gaudí para diseñar las de La Pedrera. Lo cierto es que, como Torquemada, Baltanás tiene un espejo en sus bodegas. Se trata de 374 bodegas a lo largo de 6 niveles superpuestos, formando el mayor conjunto de bodegas subterráneas de España. Esto que es algo que todos los baltanasiegos saben, que se lo recuerdan a todo el mundo cada minuto en los medios y en las redes sociales, es esencial experimentarlo en carne propia. Viajar a Baltanás, comprar queso en Baltanás, visitar el Museo del Cerrato, las iglesias, el lagar y, como colofón con traca, dar un paseo por el Cerro del Castillo donde se localizan sus bodegas. Esto es único en el mundo y es necesario vivirlo para entender la importancia de nuestro patrimonio. A mí, antes de conocerlo, me enamoró una foto de mi amigo Eduardo, donde se aprecia el esmero que han puesto. La panorámica ya te sugiere un guiño, que repercute, y cada día más, en el turismo. Por mediación de Alfonso, conocimos el interior de la de Javier Nieto, al que hemos añadido a nuestra cofradía de turisteo. Hay un documento de 1543 en el que se hace referencia a la adquisición y tenencia del Señorío de Baltanás por Don Pedro de Zúñiga y aunque no hay una datación exacta, su antigüedad podría remontarse a época medieval. Será a finales del XVI cuando las bodegas pasen a ser propiedad de la villa. A cambio del Cerro, el pueblo cede los terrenos para la construcción del convento franciscano de Santa Ana. Ya en fechas cercanas, en 2019, nace la Asociación Cultural, que organiza y promociona El Día de Lagares, donde se difunde la historia de este popular barrio en ferias de turismo. Si las viajes crónicas hacen alusión con frecuencia a esta comarca por las tradiciones que conserva, por la piedra y el adobe de sus casas, por la identificación con el paisaje castellano allá donde la vista alcanza, las bodegas son, puede decirse que son, al menos en el cerro de Baltanás, al menos a mí me lo parecen, el alma de este bonito pueblo.