José María Nieto Vigil

Sin Perdón

José María Nieto Vigil


Nuestros pueblos II

27/09/2024

Terminaron las vacaciones estivales y de nuevo, de una manera incontestable, un sepulcral silencio se impone en nuestros pueblos y a sus escasos vecinos residentes, resistentes a abandonar su terruño natal, o quizá adoptivo,  orgullosos de lo suyo pero, desasosegados, afligidos, alarmados y preocupados por el amargo panorama autoproclamado desde hace demasiadas décadas. Los días de jolgorio y alegría veraniega dan paso a un otoño prematuro en el que se extiende la quietud y la calma de la nada, del nadie.
Poco a poco, con la expiración de los últimos rayos de luz veraniega, las luces de los caseríos se van apagando impenitentemente, de manera dramática y quizá cruel, languideciendo y desvelando la desalentadora imagen que impregna el paisaje rural castellano, palentino también, con muchas más sombras que luces, con demasiado tenebrismo cromático.
Cierran escuelas, pues ya no quedan niños; se clausuran comercios, pues ya no hay ventas que hacer a inquilinos ausentes; se abandonan consultas médicas y centros de salud, por falta de personal o quizá falta de interés por parte de los gestores responsables; muchas puertas de casas particulares son atrancadas de manera más o menos desgraciada, a la espera de una apertura que quizás no se produzca jamás; portones de casas cuartel quedan candados por lejanas decisiones adoptadas; sucursales bancarias, antaño altivas y exuberantes, hoy desvencijadas y mugrientas, son traspelladas por espurios intereses financieros; muchas luces de neón de antiguas boticas dejaron de lucir hace tiempo con su verdor tranquilizador. Sin duda alguna se ha proclamado el cierre universal de cualquier lugar de ocio o reunión, léase bar o entiéndase teleclub u hogar del pensionista. Nada queda de aquellos años de efervescencia y vida social trepidante, hoy recordada con tristeza y añoranza.
Sí, queridos lectores, nuestros pueblos se ahogan en su propia historia y se convierten en pétreos fantasmas, en mudos testigos del devenir de los tiempos. Hoy se condena el mañana, el futuro del medio rural. Habrá que hacer algo, digo yo. Seguiremos hablando de ello.         

ARCHIVADO EN: Adopción, Salud