La manipulación es la cumbre del autoritarismo, el delirio de grandeza y de poder del manipulador, el cual, propende a obliterar su miseria, su bajeza y sus delitos, ello, consecuencia de una ignorancia ética y versátil originaria de un mundo estrafalario, de un submundo de perversión continuada.
El ser humano manipulador, letrado o iletrado ejerce una influencia sobre las personas, capaz de redirigir las voluntades hacia sus ideas, hacia sus deseos, siempre extravagantes, siempre vejatorios, siempre humillantes.
La manipulación: adolece de sentimientos humanísticos, de conciencia, de respeto hacia los demás, pero hace uso de artimañas para convencer a incautos y a inocentes a través de la demagogia.
Manipular es predominar con razón o sin ella, ejercer control sobre los pensamientos de otros, y sin dejar resquicio a la expresión de la persona sus sentimientos o pensamientos, ellos quizá divergentes desde otras ideas filosóficas, políticas o religiosas.La manipulación embarga la libertad de la persona humana, subyuga el espíritu a la sumisión deshonrosa del manipulador, sea hombre o mujer.
El manipulado es despojado de su personalidad cuando se encuentra bajo el influjo o poder del manipulador, pierde su esencia como persona, convirtiéndose en un pelele humano, una partícula del acosador-manipulador, el cual, anula la independencia de movimiento, de pensamiento y de expresión de quien se somete a las diatribas autoritarias del controlador.
La manipulación forma parte de un número determinado de enfermedades psicopatológicas graves, asertivas de la habilidad hacia la perversión y el mal. La función principal del manipulador es mentir, dominar, confundir, secuestrar física y psicológicamente. Sus fuentes nacen en la perfidia de sus acciones, sus ideas son la defenestración de la persona, o su ser ontológico, y la destrucción de su ser espiritual. El manipulador usa el poder para envilecer a los pueblos y a las naciones, para urdir tramas y desordenar la verdad frente a sus adversarios. Carece de sentimientos, y es agresivo en sus pretensiones, para, alzarse con la victoria sobre los demás, humillando desde el desprecio a los que tiene a sus pies, a quienes ha dejado en el camino.