Primer domingo del año y ya recuperados de los excesos navideños, podemos dedicar unos minutos a reflexionar sobre los acontecimientos más relevantes ocurridos en el año concluido hace poco más de seis días. El mundo de la política es el que nos ha dejado las noticias más trascendentes en nuestro país, ya que se nos convocó para votar en tres consultas: comunidades autónomas, municipios y presidencia del gobierno de España. Pedro Sánchez mostró, una vez más, su probada habilidad táctica para elegir la fecha en que se jugaba su permanencia en la Moncloa: el 23 de julio. Un muy caluroso verano que despobló las ciudades en busca de un respiro rural y playero en plenas vacaciones para la mayoría de los votantes, incrementó considerablemente el número de votos por correo de modo muy superior al habitual. Este hecho provocó un desconcertante fracaso de los encuestadores que habían pronosticado otro resultado. El resto ya lo conocemos: la falta de escrúpulos y la desmesurada ambición del señor Sánchez le mantendrán otros cuatro años en el cargo, a cambio de pingües beneficios a unos sobrevenidos socios, que ya se están cobrando el precio a sus escuálidos aunque preciosos apoyos. A partir de ese trascendental hecho, el año ha transcurrido en una sucesión de acontecimientos y leyes promulgadas en todos los ámbitos de la sociedad, que sólo han satisfecho la ambición de unas minorías que quieren acabar con España, despreciando el bien común. En consecuencia, la sociedad española vive en una tensión constante reforzada por el muro que Sánchez ha levantado. En el ámbito internacional, dos guerras cruentas tiñen de sangre la actualidad informativa sin que se vislumbre un próximo final. Siempre el dolor tan inseparable de la condición humana. También el dinero ha mostrado su infinito poder. Esta vez, en el ámbito deportivo. Los riquísimos árabes han comprado a los deportistas más famosos y han alardeado de su poderío tan inmenso como su falta de respeto a los valores humanos o su desprecio a la condición femenina. Las combativas feministas españolas han permanecido mudas ante ello. Tal vez en el nuevo año nos sorprendan con un cambio de actitud.