Lo vivido hasta ahora nos indica que cada tiempo tiene su singularidad, y el presente nos insta a llevar la carga unidos, salvando nuestras diferencias en aras de soluciones universales. No tiene sentido, pues, discriminar a nadie o activar el veneno del odio entre nosotros; cuando está visto que nos necesitamos unos a otros. De ahí la importancia de avivar el diálogo sincero, el brío cooperante, el respeto y el ánimo solidario en nuestro caminar, para instaurar sensatas relaciones entre pueblos y países. Al fin y al cabo, bajo la ola de la globalización, no hay mejor sanación que la cultura del abrazo y la escucha permanente.
Indudablemente, para mejorar los vientos humanos, tenemos que comenzar por estar abiertos a nuestros propios interrogantes, ganar confianza en uno mismo, escuchando con corazón compasivo el grito de ayuda que nos llega de los que sufren violencias de todo tipo.
La paz, el desarrollo sostenible y los derechos humanos, continúan siendo los grandes desafíos de nuestro tiempo. Son bienes que se han de defender y promover con tenacidad, mediante la colaboración donante de todo ser humano de buena voluntad.
Esto se consigue desde nuestro específico hábitat familiar. Por eso, quien arrima el hombro por los vínculos hogareños, está rompiéndose la cabeza también por la quietud de sus gentes. Hacer hogar, en suma, es fundamental para movilizar las conciencias. Sea como fuere, no hay que desanimarse ante las pruebas de la historia, sino perseverar en el deber de reorientar la existencia, con opciones sensatas y de calado global. En consecuencia, ojo a las fuerzas negativas, guiadas por intereses perversos, que suelen llevarnos a un pozo verdaderamente destructivo.
No tenemos tiempo que perder. Precisamente, el sueño del hombre despierto se encamina a oponerse juntos y con firmeza al aguijón de esta atmósfera cruel, a través de la lógica de la justicia y del amor. Jamás olvidemos que el mundo cambia y la vida de todos se regenera sólo sí nos asentamos a disposición de los demás. Son estos gestos solidarios, los que nos hacen situarnos en disposición del cambio y convertirnos en artesanos de una mirada activa.