De cuclillas

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Don Juan Carlos y Doña Sofía inauguraron en octubre de 1978 el Colegio Ciudad de Buenos Aires de Palencia capital• Una placa, varias imágenes y un cuadro colocado en el vestíbulo recuerdan la histórica cita que se vivió

De cuclillas - Foto: Oscar Navarro

Una placa, una serie de cinco fotografías que han amarilleado con el paso de los años y el acta de un Claustro de Profesores, con una tipografía impecable y un gran marco.

Todo colocado y alineado sobre una pared tricolor: verde, amarilla y ocre.

Don Juan Carlos de Borbón estuvo en el Colegio Ciudad de Buenos Aires de la capital hace casi 36 años.

Llegó con su comitiva, inauguró el grupo escolar (denominación que figura en la placa oscura que preside el hall), recorrió sus instalaciones, conversó, casi de cuclillas, con algunos alumnos en las aulas y prosiguió su periplo por tierras palentinas.

Hasta hace una semana, una gran pancarta con los rostros de Don Juan Carlos y Doña Sofía colgaba de las ventanas del colegio.

Conmemoraba el 30 aniversario de la inauguración, de la presencia de sus Majestades y del impacto mediático que supuso el acto.

No es que en el colegio capitalino intuyeran la abdicación del monarca y por tanto hubieran decidido retirarla. Ha sido simple casualidad y mera cuestión práctica:han transcurrido 6 años de los actos que se organizaron y había que buscar otro destino a ese material.

Como casualidad es que María Ángeles sea actualmente la única profesora del colegio que vivió en persona la gran inauguración, aunque no en calidad de docente del Buenos Aires, sino como invitada al evento.

«En el año 1978 daba clases en el Colegio Santa Rita. Para la ocasión invitaron a mucha gente, a profesores de otros colegios de Palencia. Había que llenar esto. Venían los Reyes...», rememora, mientras señala las imágenes que cuelgan de la pared, instantáneas que comparten espacio con murales con valores sobre la libertad, la amistad, la tolerancia, con paneles que recogen la celebración del Día de la Paz o espacios reservados a destacar que se puede aprender en el colegio de una manera amena y divertida.

Con dos décadas de experiencia a sus espaldas en el Buenos Aires, María Ángeles dibujaba ayer los recuerdos más frescos de aquella jornada histórica.

Los que ella es capaz de explicar con mayor nitidez a medida que contempla con más detenimiento las imágenes en blanco y negro que inmortalizaron el acto.

«Esto estaba lleno de gente» apunta. «Eran jóvenes y muy guapos. Muy guapos», añade en cuanto se le pregunta por lo que más le llamó la atención. «Fueron muy simpáticos», apostilla.

desplegable. Al segundo llega Esther Fontecha. Lo hace con un gran desplegable elaborado con fotocopias de recortes de prensa de Diario Palentino, con las crónicas de la histórica visita.

La actual directora del colegio escucha muy atenta a María Ángeles. Sigue con la mirada su mano. Su dedo índice sube, baja. Se detiene. Se mueve de nuevo. Traza un camino imaginario que une las fotos y cose los recuerdos. Ese mismo camino, el de los recuerdos de la inauguración, que en más de una ocasión ha recorrido Milagros, la otra docente que acumula más años de trabajo en el Colegio Ciudad de Buenos Aires.

«El día fue muy especial. Los que pudieron vivirlo, cuando lo contaban, no dejaban de dar detalles, comentar curiosidades», matiza.

En varias ocasiones insiste en que ella no estuvo en la inauguración, aunque por la forma en la que habla de ella, bien podría pasar por una más de las personas que tuvieron el honor de compartir unos minutos con Don Juan Carlos. «Lo que sé, es por lo que durante años comentaban los compañeros más veteranos». Esos compañeros que ya no están en el centro educativo y que han dado paso a nuevas generaciones de profesores.

«Yo soy demasiado joven como para haber vivido aquello», contesta con humor Esther Fontecha, actual directora, cuando se le interpela por aquel mes de octubre en el que los Reyes de España recibieron el calor de los palentinos en un pequeño colegio de barrio.

Minutos antes de localizar el desplegable del treinta aniversario, ese desplegable que ha funcionado como botón activador del motor de los recuerdos, la máxima responsable del Buenos Aires buceaba entre decenas de carpetas.

Lo hacía, gentilmente, a petición de DP.

Escudriñaba su contenido, las cerraba y volvía de nuevo a la estantería. Buscaba recuerdos.

Los que las paredes de este colegio de Pan y Guindas guardan desde aquel octubre del 78 en el que llegaron los Reyes... y no desde Oriente.