La cruzada del Gobierno de Sánchez contra los empresarios ha sido cruenta y lo sigue siendo. Aún en las últimas horas ha lanzado la idea de que el peso de la patronal (CEOE) tenga menos peso en las decisiones de los agentes sociales, de los que forman parte también Comisiones Obreras y UGT.
A estas alturas, puede ser un globo sonda, uno más a los que nos tiene acostumbrado el gobierno. Lo que ocurre es que este tipo de discursos tiene consecuencias, salgan adelante o no, y lo curioso es que se produce justo cuando se ha decidido entrar en el accionariado de Telefónica exigiendo un puesto en el Consejo de Administración o poco antes de conocerse una encuesta realizada por Edelman sobre confianza en 28 países y que el lunes publicaba "El Economista". Según este estudio, las empresas son las instituciones que generan más confianza en los ciudadanos, con bastantes puntos por delante de la Administración.
Las campañas emprendidas por Sánchez y sus ministros contra el empresariado español han sido sonadas y absolutamente enloquecidas. El propio presidente en el Congreso de los Diputados arremetió contra ellos y llegó a citar con nombres y apellidos a varios empresarios. También en otra ocasión habló de los cenáculos madrileños y los empresarios con puro que estaban detrás de la derecha. Tampoco pareció molestarle los epítetos y gruesos adjetivos que sus socios han proferido en numerosas ocasiones contra empresarios de la talla de Ortega o Roig.
Este tipo de actuaciones tiene su importancia, aunque aún lo es más todas las medidas que se han tomado sin el consenso de los empresarios a pesar de los informes en contra de algunas de ellas. Los cambios legislativos y fiscales han sido continuos, lo que ha generado no sólo desconfianza sino inseguridad jurídica, uno de los mayores males para la inversión y por tanto para la creación de empleo.
Por supuesto no ha ayudado nada la falta de transparencia, la mala gestión de los recursos públicos, la falta de destreza en la ejecución de los fondos europeos, el asalto a muchas instituciones públicas y ahora la corrupción en uno de los momentos más difíciles que hemos vivido en los últimos tiempos. Es difícil pronosticar hasta donde llegarán, pero después de lo que hemos visto y oído, será hasta donde haga falta y eso ayuda a seguir gobernando.