Ochenta y tres años, siete meses y 19 días. Esa es la edad del Palencia desde su nacimiento, un 24 de marzo de 1929, hasta que ayer entró en muerte cerebral. Con diferentes nombres (Club DeportivoPalencia, Fábrica Nacional, Atlético Palencia, Palencia Club de Fútbol, Cristo Olímpico, CF Palencia), con desapariciones y refundaciones, pero siempre con los mismos colores y un mismo sentimiento.
El por aquel entonces conocido como Deportivo, que inicialmente vistió con calzón morado, jugaba en las instalaciones de Eras de Monedero, hasta que en 1943 se trasladó al antiguo campo de La Balastera, nombre que tomaba de los terrenos en los que se ubicó, lleno de balastos. Coincidió su traslado con el ascenso a la Tercera División, lo que hoy sería la Segunda División B, y para su inauguración acudieron el Atlético Aviación, el hoy Atlético de Madrid, que vino con el legendario Ricardo Zamora, y el Athlétic de Bilbao, con los Zarra, Gaínza, Lezama, etc.. Durante los 63 años que estuvo en pie el viejo estadio, desfilaron grandes figuras del fútbol español.
Con el descenso a la competición local y regional, el Palencia tomaba el nombre de Atlético en 1952, retornando a Tercera dos años después. Tomaba el nombre de Palencia CF en 1961 y un año después jugó su primera fase de ascenso a Segunda División. En estos continuos toboganes a nivel deportivo y directivo, desaparecía en 1965, para tres años después resurgir de la mano de Bonifacio Aguayo y tomando los derechos federativos del Otero, tomando su anterior nombre. En una temporada ascendió desde la competición provincial a la Tercera División, iniciando en los años setenta su momento de esplendor.
- Foto: DP El año de sus bodas de oro lograba el histórico ascenso a Segunda División, con Paco Gento, la Galerna del Cantábrico, como entrenador, y con su hermano Julio, el mejor jugador que ha vestido la camiseta morada, como ayudante. Cuatro temporadas en la segunda categoría del fútbol español, con otro descenso y ascenso entre medias y el recuerdo del mejor Palencia que jamás se haya visto, aquel que dirigía Luis Costa y al que sólo los pésimos arbitrajes, las decisiones del Comité de Competición y, especialmente, la grave situación económica que obligó a la marcha de varios jugadores, impidieron ascender a Primera División.
En 1986 la situación económica del club era insostenible. Se logró evitar el descenso en el campo a Tercera (bajaban trece equipos) pero se acabó jugando en esa categoría. Se tomó la decisión de desvincular al filial, el Cristo Olímpico, del primer equipo, con el fin de no arrastrarle en su desaparición. Una artimaña legal. Siguió con sus colores, su escudo y, para evitar problemas, puso el CF por delante del nombre en vez del final. Llegaron en estos últimos 26 años tres ascensos a Segunda B, otros tantos descensos a Tercera (el último este verano, por impago) y múltiples vaivenes, la historia interminable de un club que estrenó un nuevo estadio en 2006 y que hace dos años llegóa jugar el play-off a Segunda A.