Por amor tengo el alma herida. Así rezaba aquella canción de Camilo Sesto. Al presidente Pedro Sánchez le ha entrado de repente un fogonazo de amor. De pronto se ha dado cuenta que su esposa no ha dejado de hacer negocios desde que ocupó La Moncloa como dice el periodista Castrillón, también ha caído en cuenta que parece poco ético ser directora de una cátedra sin ser catedrática. Y son difíciles y complicados de explicar a la ciudadanía viajes como los de Marruecos y República Dominicana.
Jorge Bustos, subdirector de El Mundo, le pregunta a Sánchez ¿Por qué le llamas amor, cuando quiere decir odio? Sí, será amor para el presidente, pero lo que cuatro folios destilan es la solicitud de enfrentamiento. Un enfrentamiento que lo lleva generalizado, porque recibir al Rey con las manos en los bolsillos parece solo mala educación, ni siquiera una falta de respeto con consecuencias.
Y lo que es peor, por qué debemos aguantar los españolitos a un presidente que nos dice que se toma vacaciones para plantearse si le compensa seguir frente a una oposición que atraviesa líneas rojas cuando se judicializa con causa a una persona de su familia y si no hay causa la justicia decidirá. Los gastos judiciales los hemos ya pagado.
Las vacaciones, las bajas pueden ser por enfermedad, como las tenemos los demás ciudadanos. Un país en impasse por disgustos de la oposición no parece que tenga mucha lógica. Se ha dicho que a la política se debe ir llorado previamente de casa. Dijo Camilo Sesto: siempre me voy a enamorar de quién de mi no se enamora, por eso es que mi alma llora.
Pero tampoco tiene lógica que se anuncie un suicidio. Si se va a hacer no se anuncia, se hace. Añagazas de suicidio, de retirada, de suspensión, para qué.
De todas formas, ya les dije en otro artículo anterior que un toro manso escarbando, es solo el presagio, el preludio de una cornada de trayectoria insospechada. El presidente creo que tiene demasiados frentes personales abiertos. Por amor, es difícil vivir en libertad.