Antonio Álamo

Antonio Álamo


Viajeros

18/07/2024

Una mínima dosis de humanidad, por muy pequeña que sea, siempre resultará útil y será beneficiosa. Los extranjeros que lleguen a España, menores de edad y en condiciones a menudo deplorables, por ejemplo, siempre recordarán a quienes les socorrieron. Y lo mismo podría decirse de los críos ucranianos instalados provisionalmente en este país debido al conflicto bélico desatado en su tierra. Y lo mismo, reiteración al canto, podría aplicarse con aquel estudiante, estudianta en realidad y cargadísima de fiebre, a quien hubo que advertir en clase que o iba ya a urgencias o al acabar la sesión iría pero acompañada por su profesor. Una mínima dosis de humanidad podría utilizarse asimismo con quienes acaban de abandonar el despacho, el cargo, el coche oficial, la presidencia provincial de su partido, la militancia y otras cosas cuya denominación no merece la pena mencionar. En Castilla y León hay ejemplos de todo esto.
Lo ha ilustrado el presidente de esta tierra con unas pocas palabras para asumir que en el caso de los chicos africanos lo primero es la urgencia. Se les hace un hueco y luego se buscan soluciones compartidas con el resto de administraciones nacionales y europeas. Humanidad, hospitalidad, qué más da; es otra manera de entender la vida, más cercana a lo que aprendimos de pequeños, y queda la sensación de que por suerte esa y otras costumbres no solo no se han perdido sino que se mantienen. O las mantienen algunos porque ya se ha comprobado que no todos están dispuestos ya que les resultan incómodas.
Conviene recordar a quienes se oponen a abrir la puerta a quienes se hallan en apuros que, independientemente de su color, edad, sexo, creencias, condición y origen, no son tan diferentes pese a lo que les parezca. Ni genéticamente, guste o no guste admitirlo. Se comprueba al repasar algunas lecturas sobre nuestros orígenes, unas genéricas -véase Estudio de la historia (vol. I/IV), de Arnold Toynbee- y otras específicas. O leyendo un poco más. El actual secretario de la ONU, António Guterres, ya señaló en el 2008 en una entrevista en Le Monde que el siglo XXI sería el de los pueblos en movimiento. Guterres, por cierto, no es amarillo ni negro; es blanco… lo lavaron en lejía, como a nosotros.