Antonio Álamo

Antonio Álamo


¡Ay!

13/06/2024

Hace algo más de cincuenta años el canciller alemán Willy Brandt presentó su renuncia y dejó de estar al frente de su país, aunque apenas se ha recordado ahora. Socialdemócrata de convicción y de hechos, su decisión sorprendió no solo en Alemania sino también en el mundo entero y estuvo provocada por el caso Guillaume. El asunto forma parte de la historia moderna y ocupó infinidad de portadas de la prensa diaria ya que en el fondo era un tema de espionaje. Günter Guillaume, su colaborador personal más directo y por tanto al corriente de numerosos secretos de Estado, era un espía de Alemania Oriental. Y debía ser además muy trabajador y eficiente… informaba rápido a Markus Wolf mediante procedimientos radiofónicos, postales y presenciales. 
Willy Brandt, tal vez sorprendido en su buena fe y desmoralizado por lo sucedido, abandonó la Cancillería aunque mantuvo su escaño en el Bundestag y la presidencia del Partido Socialdemócrata (SPD), el mismo que hace días se ha estrellado en las últimas elecciones al Parlamento Europeo. Aquí en España ciertas retiradas se hacen al revés, como se ha demostrado una vez más tras la hecatombe electoral de Sumar… dejamos los cargos de representación y el liderazgo pero mantenemos la vicepresidencia del Gobierno. Y eso que aquí no se trataba de un asunto de espionaje. En definitiva, los ciudadanos tienen que estar hechizados ante este ejemplo de responsabilidad política.
Hace cincuenta años también se produjo otra dimisión sonada. Richard Nixon la presentó en una alocución televisada. En su caso las cosas fueron algo diferentes ya que el espiado no fue él, como demostró el asunto Watergate, sino el Partido Demócrata. Y por orden suya. Como se comprobó, Nixon ocupó un papel similar al de Markus Wolf y lo pagó con creces. Le sucedió en el cargo Gerald Ford, a quien su país le honró más tarde bautizando uno de los portaaviones nucleares con su nombre. Nixon tuvo que soportar el éxito de Fortunate Son, aquella canción de Creedence Clearwater Revival convertida en célebre himno antibelicista. Para el caso español vendría muy bien Sillón de mis entretelas, de Aute y Munarriz, que aunque tiene el inconveniente de pertenecer a aquella época mantiene su vigencia. Escúchenla.