Pido disculpas de antemano por si me excedo en lo personal hoy, pero es que estoy de resaca pues ayer cumplí 12 años trabajando en González Byass, 12 años llevo ya, como suelo decir cariñosamente, de «esclavo del Tío Pepe».
Porque no en todos los sectores profesionales la pasión influye tanto o puede llegar a ser determinante para el trabajador. Un trabajo mecánico, rutinario, o sectores más industriales o monótonos, no pueden llevar a uno a los estados de ánimo que el vino, la gastronomía, lo experiencial o la intensidad de las relaciones humanas provocan aquí.
Porque, sin duda, lo más importante siempre somos las personas y las relaciones que entre nosotros se producen, para bien o para mal, nos marcan mucho la personalidad, la forma de pensar, la ideología, los valores y nuestra propia esencia; la lectura, la historia, la cultura, influyen en gran manera, pero ese «piel con piel», la verdad de la vida, las miradas, gestos, caricias, son la cúspide de quienes acabamos siendo como seres humanos.
Así que desde la pasión, desde la emoción y además haciendo una pequeña pausa para escribir estas líneas metido en plena vorágine de Vinoble, ese gran salón de vinos generosos y dulces del mundo que se celebra cada dos años en Jerez de la Frontera y que ayer terminó, me permito el casi onanista gesto de felicitarme. Y felicito a Vinoble por recuperar su esplendor, por, en gran parte, gracias al arduo trabajo de Juancho Asenjo y unas cuantas personas más. Por haber vuelto a animar a importantes bodegas y productores internacionales de gran prestigio, sin perder lo más granado de esa enología tan especial en España, para que más que un salón de vinos, Vinoble se haya vuelto a convertir en un auténtico espectáculo, en un verdadero festival.
Por mi parte, hago balance de estos 12 años que muchas veces por las redes sociales parece que han sido 12 años de fiestas y jolgorios, pero que implican esfuerzos físicos y emocionales enormes, mucho compromiso y sacrificio, dedicación, algunos aciertos y muchos errores, tremendo aprendizaje, llevándome al límite en bastantes ocasiones porque esa energía que la pasión enchufa en cuerpo y mente, sin duda, es un plus de gran valor para el día a día.