Editorial

Una fábrica octogenaria que creció y supo situarse en la vanguardia

DP
-

Toca felicitar a un grupo que ha sabido aupar a lo más alto a la veterana Fábrica de Armas

Palencia convive con la Fábrica de Armas desde 1937 y se ha acostumbrado a verla crecer, cambiar, sufrir diversos avatares, pasar por momentos complicados, incluso situarse al borde del precipicio para, finalmente, modernizarse, crecer y situarse en la vanguardia del sector de la Defensa. Se ha convertido en estas ocho décadas largas en un elemento indisoluble de la trama de la ciudad y son numerosas las familias que guardan vinculación con la factoría -presente o pasada-. Los más veteranos pueden hablar de los cambios que ha ido experimentando, de igual modo que los delegados sindicales pueden hacerlo de la evolución de las relaciones contractuales y laborales y los responsables de las circunstancias que envolvieron la consecución de nuevas cargas de trabajo para mantenerla en pie y asegurar su rentabilidad. Y para quien se cuestione esos estrechos vínculos entre la capital palentina y una industria armamentística, cabe decir que van mucho más allá de las convicciones pacifistas. Porque la vieja Fábrica de Armas, que hunde sus raíces en las necesidades derivadas de la contienda civil de triste recuerdo, se fue convirtiendo, con el paso de los años, la modernización de los ejércitos, la entrada en la OTAN y las relaciones comerciales, en una fuente de riqueza, que ha contribuido en buena medida al desarrollo local y provincial.

Por eso, merece la pena hacer un alto en el camino y traer a la actualidad un balance, que hoy en día es positivo. Desde que la factoría pasó a manos de la multinacional noruega Nammo, hace ahora diez años, la plantilla se ha incrementado un 34 por ciento, pasando de los 220 a los 295 empleos directos, y las ventas han crecido un trescientos por cien hasta alcanzar este ejercicio los 70 millones de euros. Una inversión superior a los 25 millones en esta década, una notable modernización de talleres, maquinaria y sistemas de producción, la inclusión de una nueva línea de munición de calibres medios y la participación en un innovador proyecto para abatir drones, con tecnología de última generación, dan buena idea de que esto ya no es lo que era, sino algo mejor, que sitúa a Palencia en la vanguardia de la industria de la Defensa. Sin grandes alharacas, sin las prisas, que casi nunca son buenas consejeras, pero sin pausa, que los pedidos tienen que salir, sobre todo cuando la carga de trabaja roza el cien por cien.

Se puede estar en contra de las armas, se puede predicar el pacifismo frente a los actuales conflictos y se puede seguir soñando con mundos utópicos, y cada cual es muy libre de hacerlo, pero lo que de verdad toca en el caso de Palencia es felicitar al grupo que ha confiado en la capacidad de nuestra Fábrica de Armas y ha sabido auparla a lo más alto.