Después de contemplar las opiniones de quienes aducen que la imposición generalizada de aranceles a numerosos países del mundo es un síntoma revelador del declive de Estados Unidos como superpotencia hegemónica, es inevitable echar la vista la vista atrás. Hubo un momento en la historia en que ese papel lo desempeñó España. De hecho, el castellano ocupó entonces el lugar que ahora tiene en el mundo el inglés; era la lengua diplomática, cotidiana y de uso casi universal. Como potencia militar era incontestable. Y existían también poderes económicos, la banca; véanse los préstamos de los Fugger. Y no se rían porque está acreditado pero la Casa Blanca de entonces se llamaba El Escorial.
Y se pueden citar más datos, extraídos en su mayoría de España. Un relato de grandeza y odio (Planeta. 2019), del historiador José Varela Ortega. El peso fuerte español, por ejemplo, «desempeñó un papel parecido al que tiene hoy la divisa americana como moneda de reserva». Quizá por eso el dólar -añade- «ha conservado hasta hoy la simbología $ del peso de a ocho español». Aquella monarquía, en definitiva, fue la primera potencia global y todavía en el siglo XVI España representaba la riqueza y era considerada ¿les recuerda algo a Estados Unidos? como el país de las oportunidades. Cómo inició su declive hasta convertirse en lo que es ahora, una nación normal y respetada, es ya otra historia.
Por lo demás, no es aconsejable establecer comparaciones entre ambos casos porque épocas, contextos y circunstancias son diferentes. Hablar, pues, de declive de EE.UU parece prematuro porque una superpotencia no deja de serlo de forma instantánea salvo que medie una catástrofe militar o económica -o ambas a la vez- y no parece que en estos momentos se vislumbre alguna. Por el contrario, lo que no parece prematuro es aventurar que con medidas como esta imposición brusca de aranceles de forma unilateral se fomenta la desconfianza de los socios y amigos, máxime cuando ni unos ni otros son los culpables de lo que parecen ser ciertos errores de gestión y de abuso innegable de una posición dominante basada en las fuerzas económica y militar. Ocurre cuando se tira a la papelera aquello de trata a los demás como quieres que te traten.