Metidos en la toponimia de la montaña, que no es otra cosa que el estudio del origen y el significado de los nombres propios de los lugares, uno se va acercando al conocimiento de las cosas. Carlos Vielba, uno de mis colaboradores, que nos acerca el léxico cada lunes desde hace varios años -una historia exhaustiva y completa del significado de las palabras-, nos habla en los primeros capítulos de la «aberbaja», como se conocía en Dehesa de Montejo a la barbaja, una planta comestible que nace en las praderas. Javier Terán, colaborador de esta casa, y de la mía también, hablaba en una de sus últimas entregas de «la solana», ese lugar representativo utilizado en los pueblos para encontrarse y whatsappear, al estilo de entonces, de los distintos y variados asuntos que ocupaban aquellos días a los pueblos. Pues bien, el abeseo al que aluden en Santibáñez de Resoba, era el lado opuesto de la solana.
Otro término muy utilizado en nuestra zona era «aburar» y así se lo recuerdan a Carlos en Rabanal de los Caballeros, o la exclamación de los testigos que aluden en Menaza a aquella frase popular: ¡chape, que te aburas! En Gramedo se suscita la interpretación de «acaldar», que aunque a mí me quiere saber a remover o calentar algo, todos los diccionarios consultados lo definen como arreglar, concertar, poner orden. Una de las acepciones más curiosas, que yo no llegué a oír por nuestra zona de Pernía y Castillería es la que el equipo de Carlos recoge en Camporredondo: «achiperres», que para los habitantes de Santibáñez de Resoba son accesorios o herramientas de un oficio, y los vecinos añaden que se trata de objetos de poco valor. ¿Quién no ha oído hablar, por ejemplo, de achorizar? Además tiene una interpretación curiosa: «Atar los chorizos en los estapios de una cuarta, formando ristras». Al significado de las ristras ya llegamos, porque es otra de las palabras habituales de nuestro vocabulario: conjunto de vueltas de chorizo, atados uno a continuación del otro, pero ya resulta más difícil definir los estapios de una cuarta, que por lógica pueden ser las escarpias de un cuartón o madero. Vamos a seguir escarbando periódicamente en esta curiosa madeja del vocabulario.