En estos días turbulentos en los que se inicia la segunda legislatura de este gobierno tan controvertido y masivamente cuestionado por la opinión pública, se aprecian graves anomalías que afectan a la convivencia entre nosotros, los españoles. La poderosísima máquina que es el PSOE se pone en marcha de manera automática cuando se trata de defender «lo suyo», es decir, el poder, que parece que le pertenece por derecho natural. Para ello, no se detiene en el hábil manejo de todo tipo de recursos que conduzcan a ese fin. La prensa nacional habla de ese muro de odio contra la oposición que empezó a levantar Rodríguez Zapatero resucitando los peores resentimientos heredados de la guerra civil, porque tensar la sociedad le convenía. Sánchez ha profundizado temerariamente esa grieta. En su extremado sectarismo ha polarizado la sociedad de manera irrefrenable, despreciando el interés y la opinión de media España, que le detesta. Pero es que, además, gobernará frente al poder de las Comunidades Autónomas y del Senado que lo derrotaron en el pasado mayo. En los próximos meses se van a convocar elecciones en dos comunidades de las que depende el nuevo gobierno de España: Cataluña y País Vasco. Esta coincidencia temporal va a poner a prueba la solidez o debilidad de Sánchez al tener que manejar un choque institucional que enfrentará los intereses de ERC, de Junqueras con los de JUNTS, de Puigdemont; en el País Vasco donde veremos los arriesgados equilibrios entre el PNV y BILDU y, a escala nacional, estaremos atentos a los evidentes enfrentamientos entre SUMAR, de Yolanda y PODEMOS, del otrora poderoso Pablo Iglesias, que ya amenaza con dar guerra. Veremos cómo resuelve Sánchez tantos conflictos. Ya le advirtieron, en la sesión de investidura sus socios catalanes, de que su confianza se limitaba a esa sesión, pero que tendrá que ganar su apoyo día a día, naturalmente cediendo a sus demandas. Además, tendrá que afrontar los más que previsibles problemas que le planteará la aplicación de la Ley de Amnistía tan cuestionada. Por si fuera poco, ya se han iniciado los vergonzosos encuentros en Suiza para la independencia catalana.