Yo no conocía este término inglés en su significado político hasta que, el pasado lunes, el presidente Sánchez anunció solemnemente una resolución insignificante para los españoles: la abolición de una medida consistente en facilitar la tarjeta de residente a los extranjeros que compraran una vivienda en España por un valor mínimo de medio millón de euros. El pretexto para la adopción de tal medida es tan demagógico como suelen ser las palabras del señor Sánchez, fundamentalmente en campaña electoral. Dice que lo hace para acabar con los privilegios de los ricos. Pero lo más sorprendente ha sido la declaración de la ministra de Vivienda, según la cual, esa disposición facilitará a familias y jóvenes, la compra de pisos. Supongo que se referirá a familias y jóvenes muy ricos, que no suelen tener dificultad en adquirir residencias de lujo. No habla el presidente del bien conocido problema de la vivienda en su aspecto más práctico. No resuelve la carestía de los alquileres ni su menguada oferta. El precio siempre muy elevado para que lo puedan afrontar las familias con economía endeble, ni los jóvenes que desean independizarse. Si a esto añadimos las dificultades que la actual política de la vivienda plantea a los propietarios que deseen alquilar sus pisos, como es la falta de protección jurídica, tendremos el cuadro completo que explica la falta de oferta y el aumento de demanda que tenemos en España. Sánchez reiteró, en repetidas ocasiones, su promesa de construir un elevado número de viviendas de protección oficial. Promesa que, hasta la fecha, ha venido a ser sustituida por esta retirada de las Golden Visa del ladrillo. Si se llega a consolidar la propuesta de la ministra de Trabajo, señora Yolanda Díaz, consistente en prohibir la compra de pisos que no sean exclusivamente para su residencia, la oferta de pisos en alquiler va a reducirse. No sé qué propuesta tiene Sumar, el partido de la señora Díaz para ofrecer a aquellas personas que desean alquilar una vivienda porque su economía no les permite comprar una, o, bien, porque su estancia en una localidad sea temporal. De esto no se habla, mientras el problema de la vivienda se sigue agravando.