¿Sabe la izquierda continuar la labor iniciada en 1848, cuando planteaba el Manifiesto comunista de la diferenciación social con la lucha de clases? Entonces Marx hablaba en la Sociedad Democrática de Bruselas y diría en su Miseria de la Filosofía como conclusión, que el desarrollo de las fuerzas productivas arrasaría un pasado, al que hay que hacer añicos. El desarrollo económico de sus fuerzas productivas, ha suprimido el antagonismo entre la burguesía y el proletariado. La portera del primero es de derechas y el notario que debía ser burgués en activista de izquierdas. Ha habido igualación social y cambio de roles. El universalista liberal Jürgen Habermas, en su análisis del Capitalismo Tardío dice que el socialismo ha llegado a ser un sistema que vive de «consumir recursos conductuales y culturales» que la sociedad no es capaz de reproducir en el futuro. Por eso, surge el nuevo sistema social de la sociedad del bienestar. El funcionamiento real del Estado de Bienestar y de la democracia de mercado, enseña a cada segmento social, a buscar su conveniencia mediante el uso táctico del voto: reduce a los ciudadanos a consumidores de derechos y prestaciones.
Es la vetocracia que hace Sánchez con Frankenstein ante un modelo acabado que solo tiene fin autárquicamente con gobiernos blandos de individuos amoldables. No saben hacer viviendas, dice el catedrático de urbanismo de Valladolid de la Riva, pero utilizan el caudal político de la ocupación, como remanente de votos.
Yolanda Díaz tiene un fin claro, pero no su camino, usa imprevisiones. De ahí los problemas con Carlos Cuerpo. O las soluciones agotadas de Irene Montero, huida a Europa dejando leyes de verdaderos anacolutos. Dice Félix Ovejero que el desarrollo del capitalismo ha incorporado un germen de autodestrucción creadora. El liberalismo ya no es la corriente estática del laissez faire, laissez passer.
Ha incorporado mecanismos sociales correctores que dan vigencia permanente al modelo liberal. A la izquierda la ha llegado el día para buscar, como decía Tocqueville, lo que antes omitió para hacerse irreconocible.