A ver como escribo esto sin que me mates o madre, por ejemplo, me desherede. Lo cierto es que no me extraña que a veces, y solo a veces, nos vean muy, pero que muy mayores, y es que hay algunas y algunos que no hay forma de defenderlos. No la hay.
Sinceramente, pero con sinceridad absoluta, que yo lo he visto en Palencia: ¿Realmente es normal que con noventa tacos juegues a la lotería?, ¿Alguien en su sano juicio me puede decir para qué diablos quieres que te toque la lotería con noventa años?, ¿Con veinte?, sí; ¿Con sesenta?, naturalmente, que yo estoy en esa edad; ¿Pero con noventa…? ¡Hombre!, si lo que quieres es tener el día de mañana un mausoleo en vez de un nicho, pues se entiende, porque otra cosa…
Y es que junto al de la lotería está el que cuando va al súper pasa por caja y le comentan si quiere puntos. Hasta ahí, ningún problema, pero como se le ocurra preguntarle a la cajera para qué son los puntos, ya la tenemos liada, que se han dado casos que siendo junio, los de la cola han celebrado allí mismo las Navidades.
Entonces la chica le explica que con lo que compró, tiene 35 puntos y que si llega a los 2.345.678 le dan gratis una fiambrera, y claro, todo el personal de la fila se dice: "no, me da que no, que no llega a los 2.345.678 porque con 35 puntos por semana… pues salen 6.7019 semanitas de marras, que años son... y con noventa que tiene… no, que no llega".
Y cuando ves eso, pues como que te enterneces y como eres optimista, por no decir imbécil, piensas: "¿Y si hacemos una cuestación popular para la fiambrera?", pero ni así, ni uniendo una colecta de Cáritas y otra del Domund, que no hay forma, que no llega y no llega. Y, claro, como eres así, que tienes la mente en otro mundo y la duda es tu forma de vida, te cuestionas: "¿Y si llega?".
Y entonces, la vida tiene estas cosas, porque si llega y le dan la fiambrera, cavilas: ¿Cómo la abre, si una mano la tiene para sujetarse en el bastón y la otra casi no la puede mover?, ¿Algún vecino la ayudaría?, ¿Los bomberos?, ¿La policía? Y en el fondo debemos de ser muy brutos de dios, porque ves tantos problemas que te dices: "na, no llega".