20 de diciembre de 1973. Consumado el magnicidio criminal y cobarde, muchas preguntas e interrogantes han quedado sin respuesta. Está clara la autoría material del atentado, pero la capacidad logística de la banda terrorista no tenía la suficiente fuerza para garantizar el éxito de la operación. ¿Cui prodest? ¿Quién se benefició del sanguinario atentado? Es decir, de sus consecuencias quien o quienes obtendrían rédito político. Esta es la pregunta clave para determinar las responsabilidades del siniestro hecho perpetrado. Veamos.
1) El régimen había sido descabezado y el franquismo sin Franco se volvía una quimera. Ésta era la principal consecuencia buscada. Queda claro por tanto que, desde dentro del régimen, había quienes estaban muy interesados políticamente en cerrar el paso al continuismo. Muchos –demasiados diría yo- habían cometido deslealtad y traición a la Ley de Principios del Movimiento Nacional o Ley de los Principios Fundamentales del Movimiento (1958). Algunos de ellos se habían retratado ya, otros tardarían muy poco en hacerlo.
2) Estados Unidos. Tradicional aliado de Franco en el occidente europeo, no encontraba en Carrero Blanco el colaborador necesario para su geopolítica particular. Es decir, el almirante no veía con buenos ojos tanta genuflexión ante las huestes del Tío Sam, algo inadmisible para los yankees. No se puede entender la falta de seguridad de la cercana embajada norteamericana ante los hechos que iban a tener lugar. Su pasividad e ineficacia fue clamorosa.
3) La oposición de izquierdas. Para ser más exactos la comunista, dado que los socialistas eran marginales en España, aunque muy vociferantes en el exilio francés. Tanto el Partido Comunista como Comisiones Obreras llevaban la voz cantante y eran los protagonistas de la disidencia frente al régimen. Eran además de beneficiarios, cómplices necesarios.
4) ETA. Cuyos autores materiales jamás llegaron a ser juzgados, al ser beneficiados por la Ley de Amnistía de 1977 para todos los delitos u actos políticos perpetrados hasta el 15 de junio de 1977. La banda criminal se consagraba con el aplauso antifranquista.