Carmen Quintanilla Buey

Otra mirada

Carmen Quintanilla Buey


X Olla Ferroviaria

25/11/2023

En compañía de Chelo, acudí el pasado domingo, día 19, al acto que se realizó en Venta de Baños en torno a la celebración del Día de la Olla Ferroviaria. La mañana era fresquita, y con niebla, a pesar de lo cual, reinó la animación y el buen rollo. Y también la nostalgia. Es un pueblo en el que los temas relacionados con el ferrocarril vacían los sillones de las casas. Tenemos que reconocer que la mayoría de los residentes tiene raíces ferroviarias y, claro, eso explica que te encuentres con personas que hace tiempo que no ves, pero que el gusanillo entre raíles te las pone al paso, como me ocurrió a mí cuando me sentí abrazadísima por una señora que hacía mucho tiempo que no veía, y que por motivos de salud sale poco de casa, pero que apoyada con mucho cariño por familiares, y en memoria de su marido, allí acudió dando la talla. Mientras deambulaba por la corta calle en la que se centró la fiesta, la convertí en mi fuero interno en el centro de las añoranzas. Y es que entre el espacio que existe de principio a fin, había, y en tiempos no muy lejanos dos mercerías, ferretería, administración de lotería, tres cafeterías, estanco, relojería, peluquería, pescadería, carnicería, fotógrafo, tienda de tejidos con dos escaparates, fábrica de gaseosa..., pues de todo aquello ahora queda... Un par de comercios, y muchos escombros. Por una de las esquinas de dicha calle se llegaba al salón de baile La Armonía con su pista de verano en el jardín. ¡Aquel salón! Donde los chicos nos invitaban a bailar, y si el mozo no nos gustaba, le decíamos «no» tan tranquilas, y el pobrecillo se retiraba con complejo de feo, y ya no levantaba cabeza. ¡Fuimos unas perversas!...Y así... y así... y así.. Y dejando aparte los tiempos más o menos gratos, vamos al hoy.  Mejor dicho, vamos al pasado domingo: Multitud de personas portando sus cazuelas de comida riquísima con legumbre y muchos tropezones de embutido...pan...bebida a elegir... ¡y todo por tres euros! Entretanto, en un templete de la plaza, una orquesta con música muy animosa, amenizaba el menú, del que se daba buena cuenta por aquel entorno, cada cual apoyándose donde podía. Muchos tendeteres con bisutería... dulces... quesos... manualidades... miel... Y a las tres de la tarde cada cual a su casita repletos de reencuentros entre abrazos. Y con los recuerdos a flor de piel. ¡A que sí, Chelo!

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