No parece que sea momento adecuado para introducir más crispación en la sociedad pero no todos opinan lo mismo y un excelente ejemplo se encuentra en la reciente actuación del alcalde de Madrid, quien anteayer indicó en un pleno del ayuntamiento de la capital del país que Hamás, el grupo terrorista, ha definido al actual presidente del gobierno, Pedro Sánchez, como su mejor amigo internacional. Sin duda, los ciudadanos de Madrid agradecerán tanto desvelo por los asuntos que más pudieran preocuparles. Está claro que la sanidad, el transporte, la escolarización o la vivienda son fruslerías si se comparan con las compañías de los mandatarios nacionales. Hay que reconocer que el alcalde está bien informado sobre el presente inmediato aunque quizá no tanto sobre lo que no lo es. ABC, sin ir más lejos, reprodujo el 5 de noviembre (pág. 67) la carta oficial del gobierno inglés dirigida al barón Lionel Walter Rothschild, quien a su vez la transmitió a la Federación Sionista de Gran Bretaña e Irlanda, conocido movimiento demócrata, como todo el mundo sabe. Y sobre el pasado, compañías por compañías, Martínez-Almeida debería saber que el fundador del partido en el que milita, Manuel Fraga, tuvo un gran amigo, posiblemente el más demócrata entre los demócratas del mundo entero. Era el cubano Fidel Castro, uno de cuyos socios fue otro conocido demócrata de corazón. Ernesto Che Guevara. Con Castro compartió queimadas, dominó, pulpo a feira y otras cosas; con el Che Guevara, ninguna que se sepa. Y algo parecido podría decirse de su sucesor, buen amigo de otro demócrata de tronío al que encumbraron sus socios europeos de derechas e izquierdas. Se trataba de Muamar el Gadafi y fue el instigador del atentado terrorista de Lockerbie (170 muertos). Este demócrata regaló al presidente de España, de su mismo partido casualmente, un caballo de pura raza árabe, de preciosa estampa, gran viveza y buen carácter. Fue hace 20 años. Se llama El rayo del líder y hasta hace dos años vivía apaciblemente en Valdemoro. El demócrata libio, sin embargo, no estuvo afortunado en la ceremonia del bautizo porque más que nombre parece un apodo hecho a la medida de alguno a juzgar por su forma de expresarse en la calle o en un pleno.