Desde la ventana de la casa de Juantxu, en Boiro, se adentra uno en la Ría De Arosa. 
El viejo marino se asoma con frecuencia, como si el espectáculo le surtiera de fuerza, como si lo que viera, le transportase por un momento a lo que fue su vida por el mundo a bordo de grandes barcos. Ya hemos recorrido ciudades y pueblos que voy desentrañando periódicamente en esta madeja de viajes, pero el lunes le tiento con Ferrol, una ciudad orientada a las actividades marítimas, uno de los principales polos industriales de Galicia.
Aunque no le pongo fecha a las incursiones, salvo la que me devuelven las fotografías, expertos en lugares aconsejan viajar a Galicia a finales de primavera o principios de verano y en las dos he viajado por esta tierra y apoyo esta teoría, aunque considero que cualquier momento es bueno para llenarse de ese espectáculo pintoresco que ofrecen los pueblos y ciudades de esta tierra.
Una opción interesante es visitar el Pazo de Meirás, que es gratuito. Otra visita que aconsejan es el Pazo de Mariñón. Pero hay rincones que solo hemos visto en el mapa: los molinos del río Medio en Miño, los Molinos del río Sesín en A Capela, Rego das Xesteiras en Culleredo, Redes, Playa de Estacas en Ares, Montefaro de Mogardos, Puntas de Segaño y Coitelada. …
Mientras tanto ir y venir por sus calles, observando las fachadas modernistas y la conocida como tableta de chocolate.
En la Rúa Pardo Baixo podrás degustar platos típicos de la gastronomía gallega, desde pulpo a la plancha hasta zamburiñas; hay que llegar hasta el barrio de la Magdalena, donde se localizan los principales comercios; pasear por la calle María, con rincones que te cautivarán y por la calle Galiano, otra de las calles más antiguas de la ciudad.
Así pues, gastronomía abundante y exquisita, calles muy largas llenas de recuerdos, tal vez sea el momento de plantearse una visita a Ferrol y me lo cuentan.