Ni España está sin gobierno, como apuntaba un editorial, ni la gestión del drama de Valencia se debe a la incompetencia criminal de unos cuantos, así se ha escrito, quizá para exonerar la influencia del cambio climático. O por otras razones. Y tampoco se ha tocado fondo. Lo que hay es una tragedia y en casos así cargar las tintas no conduce a nada bueno porque por encima de la bronca colectiva, los insultos, la vehemencia, las descalificaciones, la gratuidad en la defensa jurídica para agresores de autoridades en visitas oficiales (ofrecida por un grupo político hispano, por cierto) y la descarga de responsabilidades, por encima de todo eso, está la búsqueda de soluciones aceptables para que quienes han sufrido tantos daños puedan paliarlos en la medida en que se puedan paliar. Todo lo demás es retórica hipócrita.
No es la primera vez que la gente de la calle, el pueblo según dicen algunos, se echa a la calle para buscar soluciones que el estamento político no encuentra o si las encuentra tarda mucho en ponerlas en práctica. Con el asesinato de Miguel Ángel Blanco, que se sepa, fueron los ciudadanos quienes se anticiparon a los dirigentes para expresar su hartazgo. Esta vez la gente no ha salido en manifestación abrumadora como entonces sino que ha recurrido a cubos y cepillos y se ha limitado a limpiar calles y haciendas en silencio mientras se contabilizaban cadáveres. El resto tal vez importe algo menos.
Por lo demás, no existen explicaciones satisfactorias para todas las cosas, tal como anotaba el filósofo polaco Leszek Kolakowski en Libertad, fortuna, mentira y traición (Paidós. 2001). Su apreciación -incluida en el ensayo titulado Del poder- podría aplicarse aquí. De momento, todo indica que una concatenación explosiva de factores de diversa índole ha sido el detonante. Entre ellos están la meteorología, el calentamiento del Mediterráneo, el urbanismo no recomendable, el descontrol, la desidia y el desconocimiento de lo que es la responsabilidad en la gestión pública. Según este hombre, el poder en su sentido más amplio es todo aquello que nos permite influir en nuestro entorno, humano o natural, en la dirección que deseamos. El drama llega cuando no se sabe en qué dirección se camina.