Irene Reyes-Noguerol

Irene Reyes-Noguerol

@irenereyesnoguerol

Una de las 25 mejores escritoras jóvenes de habla hispana


Abril

08/04/2025

Abril florecía
Frente a mi ventana.
Entre los jazmines
Y las rosas blancas
De un balcón florido
Vi las dos hermanas

Antonio Machado


El balcón cuajado de flores entonces, abierto a la mañana su ramillete de ojos, como quien se deja sorprender por el primer día de primavera, ese que estalla sin aviso. En unos momentos el paso del frío a la luz, al color, a la brisa suave, perfumada, que acaricia y ya no hiere. Los dedos del aire como esos largos de la señora del primero, Pepa. Ahí está, risueña como la mañana mientras riega sus macetas; su balcón, el más hermoso del bloque. Indescriptible la belleza rosa y morada y roja que se derrama sobre los tiestos y varios metros hacia abajo, una cascada, un arco iris cálido, fragantes los claveles, rebosantes las gitanillas que se dejan caer. 
De flor en flor un encantamiento que las mantiene vivas y una sospecha entre las demás vecinas que nunca llegarán a conocer su secreto, se duelen a solas cuando se les marchitan las plantas que cuidan y podan regularmente, siguiendo la pauta del calendario, la cantidad exacta de abono, la exposición al sol requerida, qué hacen mal o qué no saben. Sus reglas, sus normas rígidas no podrán nunca competir con la belleza desbordante del balcón que observan desde sus terrazas, se les van los ojos tras unos tallos que parecen estirarse por segundos, esos pétalos que nacen ya carnosos y no mueren, la tierra siempre en su punto justo de humedad. 
La del segundo lo comenta con la del quinto en voz baja, mira, mira, con admiración o envidia, al fin y al cabo dos caras de la misma moneda, vente a mi piso, Juanita, y nos asomamos a ver qué hace la Pepita, por si se nos pega algo, que falta nos hace, y de repente dos cabecillas en la planta de arriba, temblorosas de tan erguidas, los pies en punta para poder echarse mejor sobre la baranda-observatorio. Si por ellas fuera se arrastrarían con una cuerda hasta el primero, viejas y tenaces como hormigas, metódicas, contrarias a la libertad con la que debe cultivarse la belleza de la vida que surge, esa que no quiere reglas ni horarios, rechaza las normas forzadas, no acepta más que el cariño. El roce atento de las manos de esa Pepa-mariposa, los dedos que revolotean extasiados ante la hermosura, su voz que canta -¿oíste, Juanita?, ¡les canta!- como una madre a sus hijos. Coplas, nanas, versos sin tiempo, entonados bajito para no alarmar a las defensoras del orden, para que no la tachen de loca, para que como un hechizo las flores sigan brotando mimadas, consentidas, presumiendo su brío ante el barrio que las admira. 
Un exceso que casi duele, ciega como la visión de la luz, se deja tocar solo por quien aún cree en la primavera igual que creían los primeros hombres. Un culto ancestral ante el sol que vuelve y trae la vida que nace y se abre al mundo, da igual que sean cachorros humanos, crías de animales o de plantas, es el inicio, el comienzo real del año. Es abril y Pepa-mariposa hace festejos en su nombre, desde el altar de un balcón florecido. Es el momento en el que todo vuelve a crecer tras la sombra, la euforia por los días largos, las golondrinas que vuelan marcando en el cielo la cruz blanca y negra de su silueta, los vencejos trayendo ramitas y hojas, el canto de los mirlos entre los árboles.
Un año más volverán a piar el origen del mundo, las crías con el pico abierto a la espera de la madre, que habla con las flores como también hablaba Pepa-mariposa, mi abuela, sibila de una tierra que bien tratada es un tesoro, profetisa de las primaveras, tantastantas que le quedaron pendientes. Al final, también ella sometida a las leyes de lo que se marchita sin remedio, como su balcón hace años vacío. Ya no hay manos tan dulces como las suyas, imposibles de recrear la voz y los dedos que lograban el milagro, insustituible su amor a todo lo que crece. Sus ojos, su risa, su sombra, acaso vislumbrados de pasada en las tardes que desde abril son más largas, en esta terraza bajo un sol que aún no quema. En el pulso escondido, profundo y tierno, de la primera semilla que intento plantar y brota.

#TalentosEmergentes