Hay síntomas que, al margen de las diferencias y adscripciones, se repiten en política cuando las cosas pintan mal y amenazan con empeorar. Los dos más evidentes son el enrocamiento, cerrazón y purga interna y el de conspiración mediática exterior, aunque resulta que se tenga apesebrada a una larga mayoría del sector. Hoy son, y cada vez más, las señales que está emitiendo el sanchismo y las compulsiones de las que emanan los movimientos de su cada vez más encastillado amo y señor.
La precipitación de adelantar el congreso obedece y demuestra la ecuación. Se pretenderá vender como impulso y apertura hacia la población pero su razón emocional es muy diferente. Se trata de eliminar cualquier vestigio de resistencia y mínima a los designios y haceres del intocable líder supremo, aunque en realidad el grado de sometimiento general haya alcanzado unas cuotas de caudillismo y de control que se asemejan más en las formas a los politburó soviéticos, los sanedrines bolivarianos o al culto a Mao Zedong que a un partido democrático occidental.
Algunos, cuando la fiebre plebiscitaria de las primarias, nos atrevimos a decir que el resultado podía ser este y la conversión de los órganos intermedios en claques aplaudidoras, y nos pusieron a escurrir. Pero el Comité Federal del PSOE es hoy lo más parecido al del partido comunista búlgaro de los años 60. Y lo que viene ahora, y esa es una de las razones primordiales de la convocatoria del congreso, laminar los últimos residuos de "disidencia" interna y descabalgar a todo aquel que haya osado levantar un poquito la vez y atreverse a dar un pellizquito al Gran Timonel.
Luego y con ello viene la segunda parte de la función. La creación de un relato, un lavado y masaje doctrinal, para hacer borrón y cuenta nueva de haber vuelto, revuelto y destruido el ser, la base ideológica y los principios de lo que fue el PSOE del que, por el momento, no aplicarían la fórmula de Stalin de eliminar en las fotos a todos aquellos que fueron sus líderes y referentes y hacerlos desaparecer. ¿Veremos a Felipe González y a Alfonso Guerra por allí ¿Se les invitará? ¿Asistirán? ¿Hablarán? Estas son para mí las únicas dudas y preguntas que quedan por responder. Porque lo otro está más que cantado. Lo que se pretende hacer es un congreso de Proclamación de Pedro Sánchez y de su enaltecimiento como faro, luz y guía. O eso... o cuidado, que pega otro espantón, aunque sea de mentirijillas.