Editorial

El proteccionismo de Trump: una amenaza global que golpea a España

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La respuesta del Gobierno de España ha sido firme y, por ahora, oportuna. Veremos si también suficiente

Donald Trump ha vuelto al poder y, con él, su visión proteccionista del mundo. No hace ni tres meses desde su regreso a la Casa Blanca y el presidente de los Estados Unidos ha puesto en marcha una ofensiva comercial que supone un retroceso histórico en las relaciones económicas internacionales e inicia una confrontación que amenaza con sacudir los cimientos de la estabilidad mundial. La lógica de estos aranceles del 10% para toda importación, y que penalizan a Europa con un 20% adicional, es tan burda como peligrosa. Trump justifica esta vuelta al proteccionismo alegando desequilibrios comerciales históricos, pero ignora -o finge ignorar- que son resultado de acuerdos negociados y décadas de apertura mutua. Sí, quizá esas relaciones debían mejorar y equilibrarse conforme al nuevo mapa mundial, pero cargar con aranceles indiscriminados a aliados estratégicos como la UE, cuando el comercio transatlántico ha sido pilar de estabilidad global durante 75 años, es injusto y, lo peor, insensato.

España es uno de los países afectados, sobre todo en sectores estratégicos como el agroalimentario, el vino, el acero o la automoción. La aceituna, el aceite, el queso, el vino espumoso o los componentes industriales fabricados en nuestro país se enfrentarán ahora a sobrecostes que pueden lastrar exportaciones y que tendrán un impacto directo en la destrucción de empleos e, incluso, el cierre de empresas. La UE calculaba ayer que el 70% de las exportaciones europeas a Estados Unidos se verán afectadas por aranceles, y según estimaciones de la Cámara de Comercio de España, la economía nacional podría enfrentar pérdidas de hasta 4.300 millones de euros este año debido a una reducción significativa en las ventas al mercado estadounidense.

En ese contexto, la respuesta del Gobierno de España ha sido firme y, por ahora, oportuna. Pedro Sánchez no se ha limitado a denunciar el despropósito arancelario, sino que ha activado un plan de choque con 14.100 millones de euros en ayudas, avales y líneas de financiación para proteger a los sectores afectados. Además, ha reforzado la coordinación con Bruselas y ha apostado por una respuesta europea unitaria y proporcional, que hoy es más necesaria que nunca. Habrá que esperar para ver si es suficiente y obtiene resultados, pero al menos parece que la medida goza de respaldo político nacional mayoritario, que no es poco.

Las guerras comerciales siempre son largas y el nuevo enemigo es poderoso, por lo que no conviene olvidar a quienes nos gobiernan que las víctimas no serán los mercados ni las estadísticas, sino las personas que pierdan su empleo, su estabilidad o su futuro en la refriega.