Lo dicen en los dos lados, PSOE y PP, gobierno y Génova: se advierte un inicio de sosiego en las relaciones. Trump y sus aranceles, que han provocado temblor generalizado en el mundo, han servido para el inicio de un acercamiento entre los dos principales partidos, obligados a tomar algún tipo de iniciativa conjunta porque, en caso contrario, los dos saldría muy castigados por la contienda perversa en la que se encuentran desde el mismo día que Feijóo se puso al frente del PP. Y que no se quejen loa sanchistas si se cargan las tintas en el comportamiento del presidente de gobierno: acumula frases y gestos con los que intenta demostrar su desprecio por el líder de la oposición.
En este nuevo clima político que se vive desde hace apenas una semana, tiene mucho que ver el carácter y la profesionalidad de quienes llevan el peso de las conversaciones: el ministro de Economía Carlos Cuerpo, y Juan Bravo, vicesecretario de Economía del PP. Las conversaciones han sido fluidas y se desarrollaron en el ya mencionado buen clima; hasta el punto de que la noche del lunes, cuando se rompió la baraja por desacuerdo respecto a las medidas con las que hacer frente al desastre comercial que ha provocado Trump, se confabularon Cuerpo y Bravo para seguir negociando días más tarde, empeñados los dos en lograr su propósito de entendimiento.
Lo consiguieron. Muy pronto, a la mañana siguiente. No en todos los puntos, pero sí en dos esenciales que proponía el PP: ayudas directas a los sectores más afectados por los aranceles en lugar de créditos y avales, y reducir la moratoria contable ante situaciones de crisis que impiden cumplir los plazos de pago o de entrega del producto.
A las pocas horas, se abría todavía más el cielo y aparecía el sol en todo su esplendor. La presidenta del Congreso accedía al ruego que le trasladaba desde hacía semanas el PP: que aplazara el pleno que coincidía con la asamblea del Partido Popular Europeo en Valencia, que complicaba la vida a los diputados del PP que debían asistir a la reunión. Se exponían a que Francina Armengol, presionada o no por el gobierno, incrustara en el orden del día la votación de un decreto importante para el gobierno que podría salir adelante gracias a ausencias de diputados del PP.
Armengol ha propuesto buscar una fecha que, como en otras ocasiones, permita a los diputados cumplir sus compromisos de partido con sus compromisos parlamentarias. Situación que se ha vivido en infinidad de ocasiones, sin problemas.
Tantos años de tensión insoportable, de incumplimientos que provocan alarma, de faltas de respeto entre partidos, y de un gobernante que se toma a título de inventario a la oposición, a la que ningunea de forma inmisericorde e incluso antidemocrática, hay que felicitarse por el atisbo, solo atisbo, de un cambio de actitud entre gobierno y PP. Si se prolongara, si fuera real, habría motivos parta pensar que se recupera un cierto sentido de responsabilidad.
Ojalá no sea un espejismo.