La Fiesta de la Montaña Palentina mantuvo ayer en la campa de Puente Agudín, en la localidad velillense de Cardaño de Abajo, el carácter reivindicativo que caracteriza a esta celebración vecinal cuyos orígenes se remontan al 25 de julio de 1972, pero con mucha menor intensidad. Esta templanza en las exigencias a las administraciones no es por desidia de los vecinos o dejadez de las instituciones de la comarca, sino porque las cosas van algo mejor en los últimos años en el noroeste de la provincia.
Y que vayan algo mejor es mucho más de lo que podría esperarse no hace tanto en uno de los territorios más castigados no solo de Castilla y León sino de España con las sucesivas crisis económicas que se han ido encadenando en la cuenca minera. De ahí que no es de extrañar que muchos comentaran ante el estallido de la burbuja inmobiliaria, allá por 2008, que en la comarca norteña aquella crisis no se había notado en modo alguno, pues los pueblos llevaban sumidos en una mucho más profunda desde hacía bastantes años atrás.
Y todo ello frente a unas instituciones que no han sabido ver y no han sabido -o querido- actuar a tiempo, unos fondos Miner a todas luces malgastados y frente a unas empresas que solo se interesaban por la zona cuando había de por medio ingentes cantidades de dinero en forma de subvenciones. Desesperanza para una comarca por la que corre sangre minera y no se rinde. Y es que enfrentarse a la muerte en el pozo minero y el afán de superación han dado alas a sus paisanos para sacar a flote una comarca que no solo lo necesita, sino que se lo merece. Una tierra de cultivo nada fácil en la que empiezan a aflorar pequeños brotes verdes.
Sirvan como ejemplo las empresas Arapellet, Mina Urbana Norte o Biogás Guardo que se han interesado por instalarse en el municipio guardense, o los proyectos de energías renovables que pilota Iberdrola en una tierra que prometió no abandonar -y así ha hecho- tras el cierre de la central térmica de Velilla.
Pero la industria es solo la punta del iceberg de todo lo que este punto de la geografía palentina puede y está dispuesto a ofrecer. Ahí está el trabajo de AMGu, auténtico adalid de la cultura en el medio rural; las rutas de senderos que recorren desde la cabecera comarcal hasta el pueblo más pequeño, picos como el Espigüete o el Curavacas que son la envidia de provincias o la Ruta de los Pantanos, un mar de agua dulce en corazón del Parque Natural. Verdes valles, ríos de agua cristalina, lagunas glaciares y fauna autóctona con animales como el oso, el rey de los bosques palentinos.
Una tierra dispuesta a subirse al vagón del progreso, como ha demostrado ya una y mil veces. Por los que están y por los que vendrán, el futuro ya no es negro como el carbón.