Manuel Juliá

EL TIEMPO Y LOS DADOS

Manuel Juliá

Periodista y escritor


Azar

23/12/2024

Ya lo oigo mientras me desperezo de una noche de insomnio. En la oscuridad del primer amanecer me llega su memoria aunque los chavales no han comenzado a cantar sus números. Metido entre las sábanas me pregunto si no es un buen domingo para no hacer nada. No hacer nada, a veces, es la mejor manera de hacer algo dijo Mariano Rajoy cuando lo nominó José María Aznar a presidente. Es un maldito domingo por la mañana sin nada que hacer, salvo amodorrarme en un sofá y dejar que la cadencia de la lotería me lleve de viaje. 
El soniquete de la lotería. El espectro de la miseria lo escucha, ruega al azar. Pero el azar no se casa con nadie. No desees algo mucho, dijo Voltaire, porque no sucederá. Ayer fui por un barrio pobre de la gran ciudad y los negros y los latinos hacían corro. Se intercambiaban billetes de lotería, apuntaban deudas, ajustaban gastos. Mañana vamos a ser todos ricos, dijo un anciano que mal se movía con el andador. Los más jóvenes trapicheaban. Enseñaban billetes de lotería arrugados. Alguno un fajo. Ahí tienes un premio chaval no lo rompas. Le compro dos billetes a una anciana. Me aumenta dos euros por décimo, es que son de doña Manolita, me dice. 
La Navidad tiene cada año más luces pero menos sonidos. Los villancicos mueren, ya casi nadie los escucha. Quedan los fuegos artificiales de fin de año y la lotería. Un soniquete que es un himno de la infancia. Un recitado de números que al oírlo te genera una alegría ahumada, melancólica. Se está muy bien en la buhardilla sin hacer nada, mirando al sur. Sintiendo la desnudez del cielo en este domingo vacío lleno de números. 
Acaba de salir un segundo premio. Todo se revoluciona. Los que están en el teatro miran ávidos sus números. A nadie le ha tocado, sería demasiada casualidad. Es en lugares lejanos donde la gente brinda. Me da mucho gozo ver la felicidad de la gente. El derroche de cava y de risas. Son una constatación de que aunque haya una posibilidad entre cien mil puede tocarte. Hay a quien le toca. Suena la lotería. El espectro de la miseria, volando sobre los campos, sobre los talleres desiertos y sobre los pueblos desamparados (Jovellanos), la mira, bosteza y se duerme.