Jesús Mateo Pinilla

Para bien y para mal

Jesús Mateo Pinilla


Chivatos

15/10/2024

Antaño la palabra 'chivato' se empleaba más. Hoy está en desuso. Cuando se iba la luz de casa, mi abuela me decía: «mira la escalera, si no había luz miraba la calle o la casa consistorial», que estaba en la trasera del Ayuntamiento. Se fundían los plomos o saltaba el chivato. Casi todo se regulaba por chivatos. 
Hoy, en la Policía no se les llama chivatos, sino confidentes. Me decía un comisario de Valladolid, Jesús García Aller, quien ha escrito una interesantísima novela, Los perros de la vida, que versa sobre la vida real policial, que la falta de chivatos deja en el aire numerosas investigaciones. Y es para la Policía, el mejor informador es la persona que observan un pequeño indicio que delatan al delincuente.
Hace unos días le decía a De la Riva, director de la escuela de arquitectura de Valladolid y catedrático de Urbanística que, en la planificación urbana, faltan chivatos: informadores, señales o, como él los llama, indicadores urbanísticos.
Con respecto a las crecidas del Carrión a su paso por Palencia, son necesarios, porque deben decirnos si el nivel del agua es despreciable, preocupante o amenaza inundación, señales a las que atenernos para pasar al otro lado del río, o evitar la riada del campo o huerta. Ya lo solicité siendo concejal y aún no se ha hecho de forma completa, si bien el equipo de gobierno tapó el ojo del macho de forma parcial. 
Si los planes generales tuvieran chivatos, o indicadores se conocerían de inmediato las medidas a tomar en los cambios urbanísticos, por ejemplo, la ubicación de usos alternativos para las plantas bajas de los edificios, o las reconversiones en viviendas de oficinas que se encuentran cerradas.
En Valladolid, en Parquesol, que a pesar de no ser una zona de alta densidad poblacional y contar con nuevos garajes en cada edificio, son insuficientes los aparcamientos disponibles y más cuando en la zona más alta se ha ubicado en antiguos locales de ocio un centro de telefonía donde trabajan dos mil personas. 
Todas estas carencias no debe ser objeto de estudio corporativo, que las dilata y embarra con discusiones, sino de aplicar las soluciones que dicta el propio planeamiento urbano cuando salta el chivato.