Cuando Xavi dice lo que dice es porque se lo cree. Así como hay terraplanistas, conspiranoicos y magufos convencidos de que sus opiniones son tan válidas como los hechos científicamente probados, Xavi ha construido un relato en el que la suma de los 'uys' y los 'ays', la posesión, determinada estadística y sus propias sensaciones son un argumento tan válido como los goles. 
Si algo ha penalizado a la vena más radical del 'cruyffismo' es la imperiosa necesidad de ver el fútbol como un enorme y precioso conjunto de muchos factores… en lugar de explicarlo con la simplicidad del gol. 
Te lo cuentan desde el miércoles (sabíamos que el lateral derecho 'no-sé-qué', y volcamos el equipo hacia allá, de ahí nació la presión que forzó la pérdida, luego el córner, y habíamos visto un vídeo en el que su marcaje en zona 'tal y cual', y atacamos el primer poste con un sistema de bloqueos al segundo), cuando a veces, muchas de hecho, surge por generación espontánea: ¿acaso había preparado el Girona la infame cesión de Sergi Roberto en el 2-2? 
Un terraplanista creó un sistema de paneles colocados a 'equis' metros. Todos con las mismas medidas. Todos con un agujerito a la misma altura. «Si la tierra fuese redonda -decía-, este láser no podría pasar por todos los agujeros». Inició el experimento para demostrar su loca teoría y, ¡tachán!, el láser se estrellaba en el tercer o cuarto panel. Acababa de demostrar que la tierra, ay, era redonda. Esa incómoda sensación del 'youtuber terraplanista' se le reflejaba en el rostro, con la mirada perdida y el gesto perdido, balbuceante, carente de argumentos… hasta que soltó: «fuimos superiores a Girona y Real Madrid en los cuatro partidos». O quizás esa era otra rueda de prensa.