La decisión de Juan Lobato de no dimitir, denunciar presiones de Moncloa y reafirmarse en su intención de acudir como cabeza de delegación al Congreso Federal que el PSOE celebra a partir de este viernes ha dejado a la formación en general y a su secretario general en particular en una posición muy comprometida. Con esta huida hacia delante, el todavía líder de los socialistas madrileños no solo ha desobedecido las órdenes internas de Ferraz, sino que también ha plantado cara a un Pedro Sánchez que se va a encontrar en Sevilla más contestación interna de la que hubiera imaginado hace apenas dos meses, aunque, en la práctica eso no suponga impedimento alguno para su reelección.
La filtración del correo electrónico con la confesión de Alberto González Amador, pareja de Díaz Ayuso, ante la Fiscalía admitiendo un delito de evasión fiscal se ha convertido para el Gobierno en un problema de máximo orden, hasta el punto de que lo que pretendía ser un ariete contra la presidenta madrileña se ha transformado en una bomba de racimo para Moncloa. La acción de Lobato sellando ante notario para cubrirse las espaldas la información recibida desde el entorno del presidente es una prueba más de una maniobra tan burda como inapropiada que ha dejado la actuación de la pareja de Ayuso en un segundo plano. Por si esto fuera poco, el devenir de los acontecimientos ha mostrado la doble vara de medir de un PSOE que está mostrando serias dificultades para conformar un relato medianamente creíble sobre cómo llegó a hacerse público ese correo electrónico privado. La defensa a ultranza que tanto desde el propio partido como desde Moncloa se ha hecho de la actuación del Fiscal General del Estado después de que el Tribunal Supremo abriera causa contra él «por un presunto delito de revelación de secretos en relación con la difusión de datos relativos a una investigación por delitos de defraudación tributaria y falsedad documental contra un particular» contrasta con la inmediata petición de dimisión que han efectuado contra Juan Lobato. Sobre todo cuando lo único acreditado hasta ahora es que este último ha querido blindarse para que no le salpique una presunta filtración por parte de un miembro del Ejecutivo. Lo que subyace detrás de esta incongruencia es la más que previsible intención del PSOE de sustituir a Lobato como secretario general de la federación madrileña y candidato para las próximas elecciones y situar en ese puesto a alguien más cercano a Sánchez. De hecho, uno de los últimos nombres que se barajaron fue el del ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, últimos López, cuya jefa de gabinete está detrás, presuntamente, del intento de filtración del correo.