Mikel Garciandía

Carta del obispo

Mikel Garciandía

La Carta del obispo de Palencia


El espíritu del mal

17/11/2024

Queridos lectores, paz y bien. El Papa Francisco continúa los miércoles con sus audiencias. Los últimos meses ofrece catequesis con este título: El Espíritu y la Esposa. El Espíritu Santo guía al Pueblo de Dios al encuentro con Jesús, nuestra esperanza. Utiliza la figura esponsal del final del libro del Apocalipsis, en el que dialogan por una parte el Espíritu y la Esposa, es decir, la Iglesia, y, por otra parte, el Esposo, Jesucristo. La alocución del 25 de septiembre la tituló así: «Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto. El Espíritu Santo nuestro aliado en la lucha contra el espíritu del mal».

Quiero hoy detenerme en este contrapunto sombrío de la vida humana y de la historia del mundo que es el misterio del mal. No caben las posturas ingenuas, negacionistas, ni tampoco las obsesionadas con lo demoníaco, que hacen pensar en una lucha de opuestos de igual poder, en una especie de vuelta al maniqueísmo, o la concepción oriental del mundo como lucha eterna del Ying y del Yang.

El Papa da a la cuestión su perspectiva correcta, que es la de la historia de la salvación: «Jesús, en el desierto, se libró de Satanás, y ahora nos puede liberar de Satanás. Esto es lo que destacan los evangelistas con los numerosos relatos de liberación de endemoniados».

Continúa el Papa Francisco: «Hoy asistimos a un extraño fenómeno relacionado con el diablo. En un cierto nivel cultural, se cree que sencillamente no existe. Sería un símbolo del inconsciente colectivo, o de la alienación; en definitiva, una metáfora. Pero «el mayor ardid del diablo es hacer creer que no existe», como escribió alguien (Charles Baudelaire). Es astuto: nos hace creer que no existe y así lo domina todo. Es astuto. Sin embargo, nuestro mundo tecnológico y secularizado está repleto de magos, ocultismo, espiritismo, astrólogos, vendedores de amuletos y hechizos y, por desgracia, de verdaderas sectas satánicas.

Expulsado por la puerta, el diablo ha vuelto a entrar, podría decirse, por la ventana. Expulsado con la fe, vuelve a entrar con la superstición. Y si eres supersticioso, inconscientemente estás dialogando con el diablo. Con el diablo no se dialoga».

LA TENTACIÓN Y EL MAL. El secularismo tiende a arrinconar la religión, tratándola como un esquema mental obsoleto y oscurantista. Curiosamente, los creyentes hemos recibido de Jesús la tarea de ser luz en medio del mundo, y de expulsar los demonios en su nombre. Las dos últimas peticiones del Padre Nuestro explícitamente abordan la tentación y el mal.

Añade Francisco: «Es en la vida de los santos, precisamente ahí, donde el demonio se ve obligado a salir al descubierto, a ponerse «a contraluz». Unos más, otros menos, todos los santos y todos los grandes creyentes dan testimonio de su lucha contra esta oscura realidad, y no se puede suponer honestamente que todos ellos fueran unos ilusos o meras víctimas de los prejuicios de su época».

Si uno no es tentado, puede ser señal de que no se está encaminando decididamente a la lucha por el Reinado de Dios en su corazón y en el mundo. San Ignacio de Loyola fue uno de los grandes maestros en desenmascarar esa siniestra realidad que trata de evitar que vivamos en el amor, en la alegría, haciendo el bien. Distinguir entre seducciones malignas e inspiraciones divinas forma parte del discernimiento del creyente.

«OPORTUNIDADES AL DIABLO». El Papa pone un ejemplo de esas seducciones: «La tecnología moderna, por ejemplo, además de muchos recursos positivos que hay que apreciar, también ofrece innumerables medios para «dar oportunidades al diablo», y muchos caen en su trampa. Pensemos en la pornografía en Internet, detrás de la cual hay un mercado muy floreciente, todos lo sabemos.

Ahí trabaja el diablo. Se trata de un fenómeno fuertemente extendido del que los cristianos deben precaverse y que deben rechazar enérgicamente. Porque cualquier teléfono móvil tiene acceso a esta brutalidad, a este lenguaje del diablo: la pornografía en línea».

Toda adicción desnaturaliza a la persona y la incapacita para la libertad y el amor. La Verdad que hace libres es el mismo Jesús que nos equipa y prepara para una lucha que Él ya ganó para todos. No cabe ser católicos y no implicarnos en primer lugar en expulsar al enemigo de nuestro corazón y de la vida de los demás.

El Señor nos ha dejado al Abogado, Espíritu Santo como prenda del Mundo Nuevo. Aclamémosle con las palabras del himno Veni Creator: «Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto la paz. Se nuestro guía para que evitemos todo mal».
 

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