Jose Luis Ibarlucea

Jose Luis Ibarlucea


El sentido

02/05/2024

El 18 de abril estuve en la Casa Zorrilla en un encuentro literario donde entrevistaban a Fermín Herrero. Allí, en un pequeño remanso de reflexión, pude escuchar a un poeta luchar a brazo partido por encontrar sentido y significación a la vida diaria. Aunque el esfuerzo era grande el misterio se resistía.
Desde tiempos pasados la vieja sabiduría, presente también en la religión cristiana, nos ha permitido crear andamiajes conceptuales que han hecho posibles nuestras sociedades occidentales. Se construía con fundamento, con valores. Hoy, en nuestra sociedad, esto resulta ridículo o trasnochado; sin embargo, nos encontramos ahora enfrentados brutalmente con el «eclipse del deber» y el sentido de la existencia.
Como animales evolucionados tenemos que buscar el sentido de nuestra existencia. Lo que nos diferencia del animal es nuestra perfectibilidad: el animal a los pocos meses de nacer ya es todo lo que puede llegar a ser, mientras que el hombre busca continuamente su perfección cultural y moral; en caso de no lograrlo, regresa a estadios de estupidez e insensibilidad previos al instinto. Quizás su destino sea emanciparse de su naturaleza instintiva. En la grandeza de este esfuerzo de perfectibilidad también puede estar su caída, su perdición. La ciencia y la tecnología si no son dirigidas por el espíritu levantan expectativas desmesuradas y agotan el horizonte del sentido y de los valores, llevándonos a una construcción sin andamios y sin referentes. A una construcción aérea. La pregunta es: ¿Se puede vivir en el aire? La respuesta es: No. Por eso vienen rápidamente en nuestra ayuda nuevas formas de vida, de religión y de psicoterapias: islamismo yihadista, «religión woke» y todos los libros de autoayuda.
Si todo lo trascendente ha sido abolido, si sólo queda el binomio egoísmo-altruismo, cómo abordar el tema de la autonomía personal, la educación de los hijos, el matrimonio, el dinero… todo está en el aire. Si lo trascendente es irrisorio y propio de tiempos pasados la pregunta es: ¿Se puede mirar a los ojos de un semejante y ver algo más que un animal? En este contexto se desarrolló la entrevista con Fermín Herrero.