En una de las narraciones más curiosas del documental sobre el Mundial que ganamos en Sudáfrica, Xavi y Puyol describen el gol de semifinales ante Alemania. El hoy entrenador del Barça explica cómo era una jugada que ya hacían en el Barça: un bloqueo ciego cercano al punto de penalti y el central entraba en carrera, casi imparable, conectando el remate. El remate de 'Puyi' fue violento y certero y ahí quedó el córner que nos catapultó a la historia.
¿Por qué echar la vista atrás 13 años y pico? Porque el domingo Luka Modric dio una 'masterclass' de cómo hay que sacar de esquina y, cada vez que el balón vuela del rincón al sitio exacto donde debe volar, con la comba precisa y la velocidad adecuada, conviene recordar que los alemanes nos sacaban 10 centímetros de media y les ganamos a balón parado. No conviene desdeñar una buena oportunidad, sobre todo si tienes a un lanzador preciso a los mandos. Entre el banderín de córner y el punto de penalti hay unos 35 metros. No es un golpeo sencillo, y por eso muchas veces (incluso en Primera División) hay tantos lanzamientos de esquina que parecen 'pelotas al azar', a ver si alguien de los míos la caza caiga donde caiga. Pero otras veces, estos tipos que llevan tanto tiempo tratando tan bien a la pelota que esta parece devolverles el favor, los córners son teledirigidos. Si Rüdiger es el 'gigantón' (que además salta lo suyo), 'solo' hay que ponerla donde vaya a volar el alemán. Allá se gestaron dos goles blancos, primero y tercero, porque Modric dirigió la esférica como el especialista dirige un dron.
En España, la media de córners por partido es de casi 10 (5,32 para el equipo local, 4,16 para el visitante). «El córner, la jugada más sobrevalorada del fútbol», titulaba Líbero: solo el 3,2 por ciento terminan en gol. Se 'tiran' muchos más de los que se 'lanzan'.