Las notas musicales que emanaron ayer de los instrumentos de la banda municipal de música pusieron punto y final a uno de los asuntos que más cola han traído a la capital palentina este mes: el concierto por la paz en Gaza.
Finalmente, la Fundación Díaz-Caneja acogió esta cita solidaria, que inicialmente estaba programada en el Conservatorio de Música para el pasado 30 de enero con motivo del Día de la Paz. La Junta de Castilla y León, responsable del conservatorio local, negó la realización del acto por «sus connotaciones políticas», tal y como manifestó el delegado territorial, José Antonio Rubio, debido a la participación de la Plataforma en Solidaridad con Palestina en la organización del evento.
Que este concierto fuera una realidad fue también gracias a la colaboración del Ayuntamiento, que ya mostró la semana pasada, cuando se desató la polémica, su descontento con la decisión de la Junta. «Me duele que alguien pueda ver sesgo político e ideológico en la defensa de los derechos humanos», lamentó en declaraciones pasadas la alcaldesa de la capital, Miriam Andrés. La consejera de Educación, Rocío Lucas, aseguró ayer que no permitirá «usar» a los centros para posicionarse.
Los músicos que pusieron la nota melódica en la Díaz-Caneja, con canciones tan variadas como conocidas, fueron ajenos a las disputas entre la administración local y regional, y solo se centraron en su misión de deleitar el oído de los asistentes. «La banda es de los palentinos y nosotros vamos donde se nos requiere. Estamos encantados de ir a tocar. De las otras cosas, es mejor estar ajenos», apuntó Antonio Meléndez, de la banda de música, a DP. «La paz es la paz, da igual quien la pida», añadió.
EL CONCIERTO. El concierto estuvo compuesto de dos partes: una primera, en la que varios niños recitaron poesías y, de forma intercalada, se interpretaron pequeñas piezas «con un tinte sentimental» y una gran influencia cinematográfica (con canciones de películas como La vida es bella o Coco); y una segunda, en la que la agrupación musical tocó cuatro piezas, que combinaron diferentes géneros populares y canciones de grandes iconos del pop, como Elvis Presley.
El leit motiv de la paz estuvo presente en la popularidad de las canciones interpretadas. Los «himnos unitarios» levantaron al público de la Caneja y les hicieron tocar las palmas con más de una melodía, como la conocida Sweet Caroline, de Neil Diamond. El broche final se puso al compás de Queen, con la canción Crazy little thing called love (Una pequeña locura llamada amor).