Salva Reina, conocido por muchos como José por su papel en Allí abajo, se subirá hoy por vez primera a las tablas del OMY. Su carisma y gracia andaluza le han convertido en uno de los rostros más reconocibles en la comedia de su tierra, estando presente en el cine, la televisión, el teatro y los monólogos. 

Para alguien como usted que ha trabajado frente al público y detrás de una pantalla, ¿cómo de costoso es el proceso de adaptarse a ambos escenarios?
Al final son dos lenguajes completamente diferentes: el audiovisual y el teatral. Incluso dentro de este último podríamos clasificar al lenguaje del stand up.

Ambos son dos maneras de llevar el humor y hacer que la gente pase un buen rato, que, al final, es de lo que se trata. 

Por lo que comenta, ¿considera que los monólogos son teatro?
Yo sí los metería en el mismo saco, si bien estoy de acuerdo en que son dos lenguajes diferentes, el teatro y las artes escénicas son muy amplios. Igual que puedes meter a las performances, el stand up se ha convertido, por méritos propios, en una forma más de expresión teatral.  No deja de ser una función en la que hay un mensaje, un emisor, un público y un artista sobre el escenario. 

Se le reconoce principalmente por hacer comedia, pero ha trabajado también en películas que distan mucho de este género, como puede ser La isla mínima o Adiós
Somos actores y estamos a disposición de lo que diga el director y de contar la historia que sea.

He trabajado en otros géneros como el thriller, drama o drama social. Al final, se trata de dar toda la verdad que puedas al personaje. Da igual que sea una historia cómica o dramática, pues tienes que afrontarla con el mismo rigor.  

¿Esa importancia que atribuye al hecho de contar historias está también presente en sus monólogos?
Cuento un montón de historias en ellos. Más bien, genero momentos, un espacio y una conexión con la gente. Es la forma en la que cuento las cosas. 

No tengo grandes ocurrencias por minuto, sino que procuro que entre todos nos riamos y nos sintamos identificados. 

¿Qué supuso ser José en la serie Allí abajo?
Es un personaje al que le tengo mucho cariño. Estar en una serie así, en prime time, en una cadena de éxito cuando incluso los canales generalistas tenían mucha más audiencia, significó un antes y un después. 

Te pone en el escaparate y hace que se hable mucho más de ti. Estoy muy agradecido por ello y por el cariño de la gente, que acogió muy bien a ese personaje. Muchas veces, me paran por la calle al grito de José. Hace ya tiempo que lo interpreté, así que, cuando viene alguien así detrás de mí, le digo que no me llamó José.

Algunos actores afirman quedarse dentro de ellos parte de los personajes que interpretan. ¿Es su caso?
Yo intento que no quede nada. Pago mis deudas y no soy tan caradura como José. Procuro siempre colgar la ropa con el personaje y volver a la realidad de mi vida. 

Otro de sus papeles más reconocibles es el de Nino, en Villaviciosa de al lado
Estoy muy contento de que Nacho García, un referente de la comedia, se acordara de mí para hacerlo. Nos divertimos mucho.

¿Qué proyectos futuros tiene en mente?
El 2 de agosto se estrena una comedia familiar, Tu madre o la mía: Guerra de suegras. Trata de una pareja de suegras que se empeñan en hacer la boda como a ellas les gustaría y no cómo les gustaría a sus hijos. Se producen un montón de conflictos con la gran Carmina Barrios y Patricia Bernal. 

Cuando pase el verano estrenaremos también El 47, una historia de Marcel Barrena que habla sobre los primeros inmigrantes extremeños y andaluces en Cataluña. Es una historia muy bonita y emotiva. 

Su primera vez en el OMY. ¿Ha recibido algún comentario de sus compañeros de profesión?
Voy bastante a ciegas, pero lo poco que me han comentado es que es un sitio estupendo, muy currado y que el público va con muchas ganas. Espero estar a la altura.